EL PUEBLO

Resulta importante en estos tiempos tan difíciles que recordemos que nuestra Salvación la obtenemos por Gracia y porque somos Coherederos de las promesas que el Eterno hizo a Israel.

La Biblia podría resumirse desde esta perspectiva como la relación entre Dios y su Pueblo, que demuestra como los hombres con nuestras rebeliones y también con nuestras grandezas, confiamos em Dios.

Si somos Coherederos de las promesas de Dios a su Pueblo, debemos también identificarnos con ese Pueblo, al margen de sus aciertos y de sus errores.

Sentirnos parte del pueblo de Israel, es lo mismo que honrar a nuestros padres según el mandato eternal. No se nos piden opiniones sino que se nos pide que los honremos.

En la más profunda intimidad examinemos esta cuestión espiritual de tanta trascendencia, para que entendamos que estar con Israel es estar con el Pueblo de Dios.

Puede haber argumentos en contrario, pero la relación con Dios pasa ineludiblemente también por nuestra relación con su Pueblo, como lo señala la oración de cada día de los judíos: Escucha Israel…

Si la fe se demuestra con las obras que realizamos, en este caso la fe la demostraremos con la solidaria actitud de compartir todo lo bueno y todo lo malo que le ocurra al Pueblo de Dios.

Deuteronomio 6:4
Diego Acosta García

LA MEDIDA

Es corriente en el mundo mencionar la frase relacionada con el supuesto valor que tiene cada persona con relación a su honradez y también el valor que cobraría por perderla.

En forma muy directa se está hablando de la posibilidad de que una persona cambie su honradez por una determinada cantidad de dinero, como si se tratara de una mera operación comercial.

Cada uno tiene su precio es la síntesis de una frase que establece como son los valores morales con los que se vive en el mundo y traduce también un pensamiento obsesivo por la riqueza.

Puede decirse que uno puede ser muy honrado hasta que llega la oferta adecuada para perder esa condición y entonces, pareciera que estamos plenamente justificados ante la opinión general.

Todos tenemos un precio? Según el mundo es evidente que si. E incluso esta forma de tratar la cuestión nos podría indicar que deberíamos buscar a alguien para que nos pague el precio de nuestra honradez.

Si cotejamos esta forma de obrar con las enseñanzas de Jesús, rápidamente llegaremos a la conclusión que nuestra integridad no tiene precio puesto que está sometida a su Soberanía.

No estamos hablando de la honra de los hombres, estamos hablando de la honra que solamente puede conceder el Eterno. Y esa honra no puede ser pagado por el dinero de ningún humano.

Salmos 4:2
Diego Acosta García

SABER HUIR

Somos integrantes de la cultura del valor, los héroes mayoritariamente son hombres y mujeres con una valentía que fue y será motivo de libros, comentarios y por supuesto de grandes filmes.

El valor tiene una alta cotización social y prueba de ello es como en muchas sociedades las personas se apartan de quienes son testigos de las derrotas sufridas por sus países.

Nadie quiere ser el padre de ninguna derrota, pero en cambio si nos interesa ser el protagonista de cualquier triunfo por pequeño que sea, pero triunfo al fin.

Estas actitudes nos llevan a la reflexión con relación a una sugerencia que se nos dio en un determinado momento de nuestra vida: En este caso lo más prudente es huir.

Huir? Pero donde queda el valor? Donde queda la valentía? Espiritualmente hablando es más importante huir en el momento apropiado que enfrentarnos a una derrota ante la tentación.

El enemigo de nuestra fe se hace fuerte en nuestra vanidad y en nuestro orgullo, por eso cuando escuchamos la palabra huída poco menos que nos espantamos.

En realidad la huída está relacionada con nuestras fuerzas, con la pequeña magnitud de nuestras fuerzas frente a las tentaciones que nos plantea el mundo, como estrategia del enemigo.

No tengamos miedo a una huída por indecorosa que nos resulte, porque si esa huída nos permite eludir a un riesgo cierto de pecar, estaremos obrando con sabiduría. Huyamos del pecado!

1 Corintios 10:13
Diego Acosta García

MIS LOGROS

Cuando los años pasan vamos recibiendo los testimonios de personas que se ufanan de sus logros personales, que tratan de exhibir con la mayor complacencia.

Los logros y su naturaleza están determinados por la idiosincrasia de cada persona, pero todos tienen algo en común: Son el resultado de los esfuerzos personales, de los afanes, de las luchas.

Cada uno de estos orgullosos personajes podrá contar como un día tomó una determinación y a partir de ese momento su vida cambió porque tuvo un propósito y un objetivo para perseguir.
Cuando nos cuentan estas auténticas hazañas personales supuestamente siempre  nos dicen la verdad, pero es legítimo pensar que detrás de los éxitos siempre hubo personas que fueron derrotadas por nuestros héroes.

Detrás de cada triunfo personal se esconde la derrota de una o de más personas, que carecieron del valor o de la falta de escrúpulos de quienes hoy se exhiben como grandes hombres y mujeres.

Estas personas tienen algo más en común: En su euforia, nunca hablan de Dios, porque seguramente no lo precisan o no lo tienen en cuenta y tal vez también, porque no está a su altura.

Este es el momento preciso en el que cada una de estas personas comienza a correr grandes riesgos. Por qué? Simplemente porque en su euforia se olvidan de quién es el Único Soberano.

Nunca debemos olvidar que todo lo que nos ocurre ha sido permitido por el Eterno y que los más grandes éxitos y también los más grandes fracasos, forman parte de sus propósitos. Olvidarlo puede ser el comienzo de nuestro fin.

2 Corintios 2:14
Diego Acosta García

LIBRE ALBEDRÍO

Dios en su inmenso amor hacia nosotros que somos la joya de su Creación nos ha concedido la posibilidad de tomar decisiones, lo que hemos dado en llamar el libre albedrío.

Siendo muy realistas debemos de considerar en toda su magnitud esta grandiosa demostración de Dios hacia sus criaturas, por cuanto nos ha permitido decidir nuestro propio destino.

Es necesario que junto con la comprensión de la magnitud de la Gracia del Eterno, también tengamos en cuenta lo que significa desde la perspectiva personal.

Si podemos elegir lo que es bueno o lo que es malo para nosotros, que también puede expresarse como decidir qué hacemos de nuestra vida, también es prudente que tengamos en cuenta otro aspecto.

Esta voluntariedad de libertad nos lleva a la alternativa de pensar que podemos decidir si nos sometemos a la Voluntad de Señor o vivimos según nos parece más conveniente.

En otras palabras, asumimos totalmente la responsabilidad de nuestra vida y podemos vivir sin reconocer a Dios ni su Soberana Voluntad, que es lo mismo que decir que asumimos todas las consecuencias de nuestros actos.

Evidentemente hay muchas personas que han optado por negar a Dios en sus vidas y han tomado plenamente el control de sus actos, asumiendo las consecuencias.

Pero pensemos: Somos más grandes que nuestro Creador? Somos nosotros más trascendentes que su Eternidad? Somos tan importantes que podemos prescindir de su Amor y Misericordia? Las respuestas son personales!

Proverbios 16:33
Diego Acosta García

LA MALDAD

Por increíble que parezca una persona preguntó: Que es la maldad? Y por qué se dice que es morbosa? Luego de superar la sorpresa comenzamos a pensar en estas dos preguntas.

La maldad es inherente a la especie humana, porque desde siempre predominó sobre nuestras decisiones al punto que por esa causa fuimos castigados por Dios por la obra de Adán y Eva.

La maldad también estuvo presente en el corazón de Caín cuando no pudo soportar como su hermano recibía la complacencia de Dios en el momento de las ofrendas.

Porque hubo maldad el Eterno provocó el Diluvio, para limpiar la tierra y para concederle una nueva oportunidad a los hombres. Una oportunidad que día tras día vamos desaprovechando.

Y por qué la maldad se convierte en morbosa? Porque muchos se regocijan en el sufrimiento que provoca en otros hombres y en otras mujeres. Porque muchos se sienten atraídos por los efectos de la maldad.

Jesús nos advirtió en Apocalipsis que esto ocurriría cuando se acerquen los tremendos acontecimientos que precederán a su Reinado y por eso debemos de estar preparados para luchar contra la maldad.

La manera de hacerlo es guardar nuestros corazones, orar por nuestros hijos y por nuestros amados y pedir Misericordia al Señor para que nos libre de las acechanzas.

Job 31:28
Diego Acosta García

Siempre hemos conocido que los efectos de la oración son tremendos en el mundo espiritual. Esto lo sabemos porque es una de las primeras enseñanzas que recibimos luego de convertirnos.

Lo serio es que sabiendo esto, también la mayoría de las veces lo ignoramos y no somos capaces de poner en práctica una cuestión poderosa para nuestras vidas y las vidas de los demás.

Jesús nos enseñó a amar al prójimo y precisamente una de las maneras de amar al prójimo es orar por él, interceder por él, en todas las circunstancias y en todos los momentos.

Y por qué no oramos, por qué no intercedemos? La respuesta más probable es porque estamos muy ocupados con nosotros mismos y por tanto dejamos de ver las necesidades de los demás.

Esta es una de las situaciones a las que nos arrastra el mundo en el que vivimos, donde el individualismo más cruel y despiadado domina todas las situaciones.

En ese clima resulta muy difícil que nos ocupemos de los demás si apenas tenemos tiempo para solucionar nuestros propios problemas, ignorando que todo está bajo control del Eterno.

Debemos superar ese clima y comenzar a orar por los demás, a interceder por los demás, porque el día que lo hagamos también comenzaremos a vivir un cambio en nuestra propia vida espiritual. Simplemente porque nos acercamos al Señor.

1 Crónicas 17:25
Diego Acosta García

LO POCO O LO MUCHO?

Si analizamos nuestras decisiones podremos apreciar que casi siempre oscilamos entre lo que nos demanda más esfuerzo o lo que nos significa menos trabajo.

La tendencia natural es la que se llama ley del menor esfuerzo y por tanto buscamos que se nos demande lo menos posible para hacer lo menos posible.

Un enfoque un tanto diferente del asunto sería preguntarse: Y como son los resultados? Evidentemente proporcionales con relación a como nos hayamos esforzados.

Si hicimos poco tendremos poco y si nos entregamos, será mucho. Si estos conceptos los aplicamos a nuestra vida espiritual pronto veremos que hacemos más o menos lo mismo.

Es decir: Una vez más nos sorprenderemos que aplicamos formas de vida del mundo a lo que debería ser nuestra vida espiritual, que es fundamentalmente diferente, o debería serlo.

Esta forma de vivir nos recuerda varios pasajes de la Palabra de Dios donde se nos exhorta al esfuerzo, no al sacrificio, porque es en el esfuerzo donde dejamos manifiesta nuestra pequeñez.

Por extraño que resulte este argumento esta es una realidad que sirve para que el Eterno se glorifique en nuestra debilidad o en nuestra incapacidad, para obrar con su Grandeza.

Si en el mundo se obra de una determinada manera, no es motivo para que en nuestra vida cotidiana no seamos capaces de esforzarnos, porque así sabremos que estaremos cumpliendo con nuestra relación con Dios.

Isaías 40:29
Diego Acosta García

Y JESÚS?

En estos tiempos puede percibirse la sensación de que estamos sin rumbo, sin saber muy bien para donde ir y lo que es peor, sin saber si tenemos que cambiar.

Nos estamos arrastrando por permanentes contradicciones que afectan no solo a los jóvenes, sino también a las personas mayores, que vemos como lo que antes era válido, ahora pareciera que está fuera de lugar.

Que está pasando? Un interrogante que podría responderse con más preguntas porque es difícil comprender este momento espiritual que estamos atravesando.

Muchos podrán recordar que en otros tiempos la sociedad tenía referencias, había hombres y mujeres que en un determinado momento podían aportar un pensamiento que resultara como una especie de guía.

Hoy esas personas parecen no existir y probablemente no existan. Y entonces que le queda al mundo? Seguir viviendo porque no queda otra cosa que continuar la existencia?

O nos queda la gran alternativa? O nos queda el Camino que un día conocimos? Esto es lo que creemos, que en medio de la oscuridad brilla una Luz poderosa, única e incomparable.

Alcemos nuestra mirada por encima de todas las circunstancias, de los temores, de las dudas, de las crisis, de las situaciones cada vez más graves que vivimos.

Alcemos nuestra mirada a Jesús, recobremos nuestra relación con quién sostiene toda la Creación y hagamos un gran esfuerzo por concretar la Gran Comisión de llevar su mensaje de Salvación.

2 Samuel 23:4
Diego Acosta García

LA AMISTAD

En estos tiempos en los que usamos palabras rimbombantes pero vaciadas de contenido, debemos prestar especial atención a la palabra amistad por todo lo que representa.

Tener un amigo significa tener un compromiso que se basa en principios tan relevantes como son la honestidad, la verdad, el deseo de no defraudar y de ser diligentes en la relación.

Pueden ser nuestros amigos las personas con las que tenemos trato diario? En la mayoría de los casos no. Se trata de compañeros de trabajo, que pueden llegar a ser excelentes compañeros.

La amistad supera ese nivel de relación porque se basa en un carácter más amplio, en otro tipo de entendimiento y sobre todo en la comunión en torno a principios fundamentales.

Podríamos preguntarnos entonces: podemos ser amigos de personas que no sean creyentes? La respuesta es afirmativa, porque podemos encontrar en hombres y mujeres del mundo valores importantes.

Precisamente en esa amplitud de criterios es que se basa el concepto de relación que se diferencia de cuando somos compañeros de trabajos, conocidos con los que nos vemos frecuentemente.

Hasta podría darse el caso que nuestro amigo o nuestra amiga sea una persona a la que veamos muy pocas veces, pero con la tenemos el grado de relación tan profundo que supera al tiempo y al espacio.
Tener amigos es además, poner en práctica los principios de amor y misericordia que debemos de tener por el prójimo, por cuanto podemos ser ejemplares para ellos y para su Salvación.

Juan 15:13
Diego Acosta García