JUSTICIA Y REINO

JUSTICIA Y REINO      

El Príncipe de Paz hizo mención a quienes controlaban la vida espiritual de Israel y al valor de la verdadera Justicia.

MATEO 5:20  Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. El Hijo del Hombre enfáticamente habló de las normas morales.

Cuando Jesús habló de la Justicia, dejó establecido que de ninguna manera la Salvación sería obtenida por las obras. La única manera de lograr la Justicia es la rectitud ante Dios, que solo se concede a los que creen. Tal y como le expresó Jehová a Abram en Génesis 15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Luego Jesús habló de los escribas que eran los maestros de la Ley, en Nehemías 8:1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel.

Y en Jeremías 8:8 es el propio Jehová quién habló de los escribas: ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Estos son algunos de los fundamentos por los cuales Jesús enfrentó a los escribas.

Y luego se refirió a los fariseos, que eran más laxos en el cumplimiento de la aplicación de la Ley, centrándose en las actitudes externas, esencialmente en los ritos y ceremonias.

Diego Acosta

 

BENDITO PRÓJIMO

La brutal agresión a Ucrania actualiza
el pensamiento de Jesús
para ayudar al Prójimo
y la Palabra de Dios a los que no obran con misericordia
ni a los que no tienen compasión.
Diego Acosta – MENSAJE
CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

 

POR JUSTICIA

En estas dramáticas horas que se viven en Ucrania,
con muertes y heridos y una gran destrucción,
tenemos el poderoso instrumento de la Oración.
Podemos clamar por paz y Misericordia
o por la Justicia del Dios Todopoderoso.
Diego Acosta – MENSAJE
CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

LOS MALVADOS

EL ABUELO SALOMÓN

La influencia del mundo, cada vez más profunda y peligrosa, nos lleva a la compleja realidad de que terminamos admirando a quienes no son otra cosa que hacedores de maldad.

Tal vez esto se torna más posible, como consecuencia de que pareciera que esas personas a pesar de sus malos procederes, tienen impunidad o que la justicia de los hombres no los alcanza.

Y como en estas situaciones siempre hay algo de verdad, se torna más difícil todavía discernir qué aunque la maldad aparentemente prevalezca sobre la verdad, finalmente nunca será ese el resultado final.

Estos pensamientos nos deben hacer concluir que no está en nuestras manos la solución, porque somos demasiados pequeños y los poderosos demasiado importantes.

La única reacción posible es no aceptar estos hechos como buenos y por lo tanto nunca idealizar a quienes hacen el mal, porque debemos pensar que inexorablemente un día todos rendiremos cuentas.