AGUAS TURBULENTAS

He estado navegando
por aguas turbulentas,
y casi me he ahogado.
No obstante, tu mano
se extendió en mi socorro,
y de las aguas revueltas
Tú me has sacado.
Me has enseñado a nadar,
a enfrentar olas gigantes
provocadas por mi desatino;
porque tú,  Señor Jesús,
eres el Capitán de mi barco,
el que rige el timón
de mi ya escrito destino.
Has derribado, Señor
los muros de la falsedad,
y de la sórdida mentira
que estorbaban
mi crecimiento espiritual.
Tanta cosa que creía
como verdad para mi vida,
ahora veo que eran
frutos de mi mente carnal.
De mis muchas equivocaciones
una cosa he aprendido:
que las pruebas que he pasado
me han fortalecido.
Porque cada vez que erraba,
venía a tus pies, Señor,
me arrodillaba, y clamaba,
y volvía a mi niñez,
Y tú me  acariciabas, y me decías:
¡ No te preocupes, hijita,
inténtalo otra vez!
He comprendido también
que las pruebas que
superar no he logrado
me hicieron madurar,
y a valorar mi salvación.
Pues, cuánto más dura es la prueba,
y más débil me siento,
es cuando tu poder se revela
en mi humana condición.

Muchos amigos que he tenido
con el paso del tiempo
me han abandonado;
y sólo tú,  Señor Jesús,
de mi vida no te has desertado.
Con el abandono he aprendido
a luchar a favor de los que me dejaron,
porque cada vez que pienso en lo que ha ocurrido,
me pongo a orar por ellos
y son cubiertos por tu bendición,
e inmediatamente el perdón brota
de mi herido corazón.
Ahora mi barco viaja de viento en popa,
y no hay nada más que me impida navegar.
Con mis ojos puestos
en el horizonte de tu presencia
sigo mi viaje,
y un día,  por fin llegaré
a mi verdadero hogar.
Mi hogar está a tu lado, Jesús,
dónde viviré para siempre,
por toda la eternidad.
Gozando en tu presencia,
disfrutando de tu amor,
adorandote con los Ángeles…
¡ Ésa es la real felicidad!
Eres mi fiel amigo
con quién siempre puedo contar;
Teniéndote en mi vida,
¿qué más puedo desear?
El amor que me une a ti
es contra viento y marea,
y es más profundo que el mar.
Y en la alegría,  o en la tristeza,
en la riqueza, o en la pobreza,
en la vida, o en la muerte,
nadie, ni nada jamás
nos podrá separa.

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Lucia Caetano

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OS ACORDÁIS…?

¿Os acordáis del cuento
de la fiesta que hubo en el cielo?
Un ángel vino a la Tierra
a traer la invitación.
Sólo los que tenían alas
fueron invitados
porque podían volar,
pero el sapo envidioso
que era también muy tramposo
logró con sus artimañas
a esa fiesta colar.
En la invitación estaba escrito
que todos que fuesen músicos
sus instrumentos podrían llevar.
La paloma preparó su harpa,
la cigüeña su clarín,
y el pájaro carpintero
afinó su violín.
La libélula tan delicada
tocaba la flauta divinamente,
y quiso llevar su instrumento
para alegrar el corazón
de todos los oyentes.
La garza con su guitarra
con esmero la preparó,
afinando sus cuerdas,
limpiándola con sus plumas
y finalmente, en un rincón
del bosque la dejó.
Todos se acicalaban
para estar limpios y olorosos,
pues la ocasión exigía
que estuvieran así de hermosos.
Nuestro tramposo personaje
pensó,  pensó,  y repensó
buscando una manera
de burlar la vigilancia
y poder por fin
a los cielos llegar.
En su cabecita hueca
una lucecita se encendió,
y en la guitarra de la garza
él rápidamente se escondió.
La garza no se apercibió
de la carga que llevaba;
Siguió surcando los aires
con lo contenta que estaba.
Al llegar, todos pusieron
sus instrumentos
dónde un ángel les indicó,
y el sapo en ese instante
de esa oportunidad aprovechó.
Y salió de su escondrijo
para disfrutar de la fiesta,
del celestial evento.
En vez de procurar
pasar desapercibido
se puso a bailar,
riendo, y saltando
demostrando su contentamiento.
Las aves se sorprendieron
al ver que él había logrado
lo que los otros animales
ni siquiera ésa posibilidad
había alguno soñado.
Como era muy gentiles
no le dieron mucha importancia,
y el sapo siguió disfrutando
hasta el final de la fiesta.
Se despistó de estar pendiente
de meterse en su escondrijo,
y cuando se percató,
la garza ya se había ido.
No obstante, él vio allí
en el lugar de los intrumentos
la tuba del cuervo
que se estaba despidiendo
para alzar el vuelo de vuelta,
y el sapo se metió dentro.
El cuervo cogió su tuba,
y en el aire se alzó,
pero de contento que estaba
quiso continuar la música
y su tuba la sopló.
El sapo salió disparado
en el primer acorde
que el cuervo inocente tocó.
Y fue echado abajo
y a la Tierra se cayó.
Y colorín colorado
ese cuento se ha acabado.Ese cuento me hace recordar
lo que está escrito en la Biblia,
cuando habla de la segunda venida
de Jesús,  nuestro Señor.
Sabemos que él vendrá
a buscar a su iglesia,
y nos alzaremos en los aires
para estar para siempre
con nuestro Creador.
El primer requisito
Es creer en Jesucristo
a quién debemos amar,
pues es él que vendrá
a por su iglesia,
a su novia amada,
a quién él va a desposar.
No podremos hacer trampas
como el sapo de la historia;
Jesús ya conoce hace tiempo
los que realmente son suyos.
Y no podremos escondernos
detrás de pastores ungidos,
de músicos,  o misioneros,
o de los creyentes amigos.
La invitación es para todos,
y cada uno debe aprovechar
el tiempo que Dios le dio
para crecer y madurar
en los mandamientos de Dios,
viviendo siempre gozosos
en su buena, agradable,
y perfecta voluntad.
La renuncia que Jesús pide
en Mateo capítulo 16,
es el modo que tendremos
que vivir para agradar a él.
El que no renuncia a sí mismo,
y que se rehúsa a cambiar,
no podrá conocerle,
para amarle  profundamente
y disfrutar de su amor de verdad.
El que permite que su ego
lo impida de ser transformado,
será dejado atrás;
Y tendrá que asumir
las funestas consecuencias
de sus actos inconsecuentes
que cambiarán por completo
a su celestial porvenir.
En el cielo habrá la boda
del Cordero y de la novia,
y allí no podrá estar,
el que no estuviere vestido
adecuado para el evento
será echado por el Rey
por las puertas de su Ciudad.

Lucia Caetano

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LA HIBERNACIÓN

Mamá Osa se prepara para un día más de supervivencia. Llama a sus oseznos; tiene que enseñarles a cazar y a pescar y los lleva a las madrigueras y a la orilla del río dónde abundan los salmones. Luego sus crías serán adultas y tendrán que buscar su propia comida y valerse por sí mismos.
Los cachorros todavía son muy torpes; no tienen la destreza y la habilidad de su madre, no obstante, algunas veces logran atrapar alguna presa con sus garras fuertes y afiladas.              Hay que alimentarse bien, les dice  la mamá Osa, porque luego llegará el invierno y no habrá nada más para comer!
Ha llegado el invierno. Las montañas y los valles se visten de novia. La nieve cubre todo con su manto blanco. No hay una señal de un ser viviente  y dentro de la cueva mamá Osa se acuesta con sus crías y el sueño les nubla los ojos. Los cachorros están saciados y cansados y se duermen casi en seguida.
Ya han pasado tres meses y ha llegado la primavera. Los oseznos han crecido. Mamá Osa está más delgada; necesitan urgentemente alimentarse y salen.
Todo ahora en el valle tiene los colores de la vida. Los campos están verdes y los árboles y las plantas dejan ver sus primeras flores y frutos. Y mamá Osa lleva a sus cachorros a la orilla del tan conocido río y a las mismas madrigueras, donde buscan su comida para recuperar la grasa que han perdido al hibernar tanto tiempo.
Esta parábola es un ejemplo de algunos cristianos que se contentan en alimentarse de la palabra de Dios sólo por un período de tiempo. Han recibido a Jesús en sus corazones y por un escaso tiempo se gozan en su luz, sin embargo, poco a poco se vuelven necios y perezosos. Tienen sus Biblias abiertas en el salón de sus casas o en la mesita de noche solamente como un adorno. En ningún momento sacan un tiempo para orar, para adorar, y para estar un momento a solas con Dios y oír su voz. El domingo significa para ellos un día de “despertar para comer”, pero durante todo el resto de la semana se meten en “sus cuevas” e hibernan. Viven sus vidas como si no hubiesen comprendido la magnitud y la grandeza del sacrificio que Jesús hizo por ellos en la cruz del Calvario, entregando Su vida para que ellos tuvieran vida; perdonando así sus pecados y regalando a ellos la vida eterna. No quieren ningún compromiso con el Señor, con su obra, ni con los hermanos. No ponen a Jesús en el lugar que le corresponde y por esto son tan fáciles de ser desviados. Continúan  actuando como cuando eran del mundo, teniendo como prioridades sus trabajos y sus cosas materiales, porque verdaderamente no se han convertido a Cristo. Su confesión de fe en Jesús fue sólo de palabras, de boca, no de corazón. Sus miradas todavía están puestas en el mundo y no en Jesús. No perciben que el Reino de Dios ya está se extendiendo aquí en la tierra y que tenemos que trabajar para que otros conozcan el amor de Dios y que cuando complete el número de los que han de ser salvos el Señor Jesús volverá por a su iglesia que somos todos nosotros que le hemos entregado nuestras vidas. Infelizmente para muchos la segunda venida de Jesús será como “un ladrón en la noche”, serán cogidos por sorpresa.
Con el pasar del tiempo se van enfriando de tal manera que ya no ven sentido ir a las reuniones de discipulado, a la escuela dominical, a las reuniones de oración y el congregarse con los hermanos en la fe y entonces, se vuelven al mundo, sin ningún tipo de remordimiento, pues sus corazones siempre estuvieron allí. No han podido entregarse totalmente en las manos de su Salvador, porque el sacrificio de Jesús para ellos no pasó de una bonita y ficticia historia de amor.

 Lucía Caetano

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ORAR

Hoy por la mañana recibí un mensaje de mi hija n°4 sobre orar. Por la tarde Dios me habló sobre una situación muy concreta: “Ora por esto’’ . Después miré Facebook, donde una amiga había escrito: “Cuando no sepas cómo ayudar a una persona, ora por ella’’ .
¿Por qué muchas veces nos es mucho más difícil orar como primera reacción ante algún problema, tristeza o aflicción?
Sufrimos, lloramos, nos indignamos y luchamos contra molinos de viento (como el Quijote) Sin embargo, tardamos en llevar y entregar la situación a Dios.
Nuestra primera reacción debería ser: “¡Señor, socorro! Pongo esto delante de ti’’ . O también: “¡Señor!, visita la vida de esta persona que aflige mi vida y mi corazón!’’ . O, incluso: “Señor, cuida de esta situación, envía a tus ángeles. Espíritu Santo, visita, cura, libera y consuela’’ . Sin embargo, no hacemos eso.
Somos egoístas y egocéntricos. Queremos ver nuestras “nimiedades’’ siendo atendidas, pero no queremos rendirnos y obedecer. Porque tendríamos que dejar las pequeñas cosas de lado.
Cuando era pequeña, oí varias veces una canción que decía:

En ferviente oración, trae tu corazón
A la presencia de Dios, para ser derramado
Aunque sólo fluirá lo que estás pidiendo
Cuando lo dejes en el altar
Cuando todo en las manos del Señor esté
Y todo tu ser Él controle
Sólo entonces verás que el Señor tiene poder
Cuando todo lo dejes en el altar
Maravillas de amor te hará el Señor
Atendiendo a la oración que acepta
Su inmenso poder vendrá a socorrerte
Cuando todo lo dejes en el altar

Cuando nuestra primera reacción sea clamar a Dios, podremos descubrir el secreto de vivir en paz.
¿Estás afligido, con problemas, con tristeza o enfermo? Sea cual sea tu problema hoy, llévalo delante del Padre. Él es el único que puede dar una solución real. Pero hazlo con sinceridad en el corazón, dejando, como dice la canción, que Él controle todo tu ser.

Filipenses 4: 6-7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos»

Elié Ferreira

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