DURO…?

CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO

Cuando llevaba pocas semanas de ser padre por primera vez, presencié una escena que me conmovió profundamente.
Un amigo de la familia que era bastante mayor, tuvo un incidente con un niño que le faltó el respeto. Y su reacción fue en un tono brusco, porque lo que había sucedido fue bastante desagradable.
La madre del niño reaccionó violentamente y a los gritos le reclamó que no tenía ninguna autoridad para tratar de esa manera a su pequeño.
Y allí comenzó la escena, inolvidable para mí.
Mi amigo le dijo: Señora, los mal educados en cualquier momento y lugar encuentran un padre que los educa como yo, con dureza. El problema es suyo, por no haberlo educado, con amor, como corresponde.
Para mi sorpresa hubo dos o tres personas que presenciaban el hecho, que aplaudieron las palabras de mi amigo. En mi condición de padre inexperto, también lo hubiera aplaudido…
Con el paso de los años este episodio siempre viene a mi memoria, cuando hay personas que me acusan de excesiva dureza en mis palabras, buscando que las suavice y las haga más llevaderas.
Pero es eso lo que debo hacer?
Tengo la fuerte convicción de que es precisamente esa actitud de ligereza, de falta de contundencia en afrontar las situaciones difíciles, la que nos lleva a criar hombres-mujeres-flanes, a los que no se les puede enseñar  nada ni reprochar inconductas, porque siempre encuentran defensores.
De qué los defienden?
De la dureza de algunas palabras o actitudes?
Lo de apelar a la figura de los flanes, no es peyorativo pero sí ilustrativo de la forma en que educamos a quienes debemos hacer crecer firmes y rectos como muchos arbolitos que precisan guía para luego permanecer erguidos y fuertes, ante la adversidad de los elementos.
La dureza de la educación debe ser necesariamente acompañada del Amor en su forma superior, para no dañar aquello que debemos educar, porque precisamente lo que deseamos como padres, es que nadie tenga que amonestarlos con el rigor que no tuvimos.
Mi recuerdo siempre me llama a la prudencia, para ser siempre amoroso para que las palabras construyan y no lastimen ni hieran a nadie. Así nos enseña la Palabra de Dios, para que nuestros hijos sean dignos de nuestro Padre.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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YO, PRÓJIMO…?

DEVOCIONAL

Qué ocurriría si el prójimo del que habló Jesús fuera yo mismo?

Frecuentemente me comporto como si fuera un hombre especial, que nunca preciso nada y si lo precisara soy lo suficientemente poderoso como para resolver mis propias dificultades.

Por eso el concepto de ser el prójimo, es contrario a toda forma de vanidad y no provoca otra cosa que arrepentimiento, por todas las veces que consideramos que esa nunca sería nuestra situación.

Qué importante es leer y releer la Palabra de Dios para profundizar en todo aquello que nos lleve hasta el corazón mismo del Eterno y poder entonces aprender más sobre ÉL y sobre nosotros mismos.

Esta visión de que yo pueda ser el prójimo, es un severo llamado de atención para estar atento no solo en la consideración de mis problemas, sino en la atención de las aflicciones de los demás.

Si no lo hiciera como podría amar al prójimo, si no me considero a mí mismo?

Proverbios 3:29
No intentes mal contra tu prójimo
que habita confiado junto a ti.

Provérbios 3:29
Não maquines mal contra o teu próximo,
pois habita contigo confiadamente.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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