SOBRE LA VANIDAD

Más de una vez en los momentos de euforia nos sentimos tan importantes que pensamos que estamos consiguiendo logros que nos merecemos y de los que somos sus autores.

Este peligroso pensamiento se apodera de nosotros cuando creemos que estamos siendo bendecidos como resultado de nuestros propios méritos y que es natural que sea así.

Más peligroso resulta todavía, si a nuestro alrededor hay personas que nos adulan y elogian más allá de lo que sería normal, cayendo en una obsecuencia tan evidente que debería ser chocante.

Sin embargo hay un rasgo de la naturaleza humana que nos lleva a la vanidad, a entender que todo lo que somos y todo lo que tenemos es natural que lo tengamos, por la calidad de nuestra obra.

Vivir tan peligrosamente nos puede llevar a que un día, cuando el éxito se transforme en fracaso y la adulación en desinterés, comencemos a preguntarnos qué es lo que nos ha pasado.

Comenzaremos incluso a hacer responsable al propio Dios de nuestra nueva situación. Cómo es que un día somos triunfadores y otro día todo lo que construimos se derrumba?

Quién confía en sus propias fuerzas se aproxima a la vanidad, que es la más traicionera de las compañías porque nos abandona cuando más la precisamos. No olvidemos que la Gloria y la Honra son para Dios!

Job 15:31
Diego Acosta García

Deja una respuesta