EL QUE HABLA

EL ABUELO SALOMÓN

Genéricamente hay dos clases de personas: las que son calladas y las que hablan mucho. Unas y otras tienen argumentos para defender su forma de ser.

Sin embargo las que hablan mucho tienen más atractivo para quienes las rodean, porque son más sociables, divertidas y por qué no encantadoras.

La cuestión de hablar mucho está relacionada con el conocimiento que cada persona tiene con relación a loque hace público. Es decir: Hablamos con fundamentos o sin ellos.

De allí las advertencias para que seamos juiciosos con el uso de la palabra, porque bien puede ocurrir que sean precisamente nuestros dichos los que revelen nuestra verdadera naturaleza.

Hablamos por hablar, por no estar callados o porque somos tan sabios que podemos hablar sobre todos los temas sin temor a equivocarnos?

Tal vez esto nos haga recordar la frase de la sabiduría popular que resume el tema: Quién habla mucho, se equivoca mucho y el que habla poco, yerra poco.

Diego Acosta

HABLAR Y CALLAR

Hablar y callar: Estos extremos pueden ser determinantes en la vida de una persona. Generalmente son los que marcan las diferencias entre los necios y los prudentes.

Por esta razón es que se comenta que hay quienes abren su boca y expresan lo primero que se les ocurre, sin pensar ni en las consecuencias ni tampoco en el sentido de lo que han dicho.

Yo digo lo primero que pienso!

Esta afirmación desafiante, define bastante bien a quienes obran con matices cercanos a la necedad.

Frente a ellos están los que callan más de lo que hablan y que se equivocan mucho menos, logrando más respeto por sus dichos.

Estas son las cuestiones mundanas relacionadas con el hablar y el callar!

En el mundo espiritual recordemos lo que dijo Jesús: El Espíritu pondrá palabras en tu boca!

Esta debería ser la máxima de nuestra vida antes de hablar y también antes de callar.

Si el Espíritu pone palabras en nuestra boca, no tenemos autoridad para negarnos a hacerlas públicas. Lo contrario sería pura rebeldía.

Pensemos: Por qué obraríamos de esta manera, callando lo que el Espíritu nos manda decir?

Por una mera y mezquina actitud de hacer lo que creemos que nos conviene, para no ser radicales cuando lo deberíamos ser.

Esta forma de rebeldía, también nos será contada!

Por el contrario, cuando el Espíritu nos manda callar, debemos ser obedientes, aunque supuestamente estemos arriesgando lo que torpemente llamamos nuestro honor.

Un fiel hijo de Dios, hablará cuando el Espíritu ponga razones en su corazón. Un necio, hablará siempre, por pura maldad para ser esclavo de sus propios dichos!

Proverbios 13:2

Del fruto de su boca el hombre comerá el bien;
Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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