LA SOSPECHA

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Recientemente se ha actualizado la cuestión vinculada con el tráfico de órganos para trasplantes.

Desde distintos ámbitos se denunció esta práctica en forma sistemática en la República Popular China, que replicó con argumentos que no alejan las sospechas.

Es evidente que los humanos cada día nos alejamos más de Dios y de todo lo que significa el Juicio que tendremos que afrontar. Con independencia de que creamos en ÉL, que reneguemos de ÉL o que neguemos su existencia.

Siempre habrá Juicio, como lo deja explícito el Rey David en el Salmo 10, versículo 13:

¿Por qué desprecia el malo a Dios?
En su corazón ha dicho: Tú no lo inquirirás.

Los trasplantes son una solución que representa la vida o la muerte de quienes los necesitan. Es decir, que estamos ante una alternativa que supone la propia existencia.

Esta dramática circunstancia torna más vil y más miserable el tráfico de los órganos, que se venden a precios asombrosos.

Y en el caso de las denuncias contra China, el tema es más grave todavía porque se sospecha que el Partido Comunista que gobierna el país, permitiría que se extirpen órganos de supuestos donantes vivos, como podrían ser los reos de conciencia o de presos condenados a muerte.

Puede ser considerado un donante, alguien que está juzgado por el Estado como reo de conciencia o ha sido condenado a muerte?

Las negativas de China a las acusaciones de tráfico de órganos, actualiza dramáticamente una práctica que se ha tornado en una lucrativa y tenebrosa práctica, con la cómplice omisión de quienes deberían ejercer los controles debidos.

El Rey David, vivió en otro tiempo, pero su reflexión sobre como el malo desprecia a Dios, tiene plena vigencia.

Diego Acosta

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