LA INTEGRIDAD

CONGREGACIÓN

del SÉPTIMO MILENIO

Somos parte de quienes sostienen que el fin de los siglos anunciado por Jesús, está muy cercano.

No nos apoyamos ni en un sentido religioso de sus palabras, ni en la voluntariedad, ni en la tentación de parecer más cristiano que otros.

Solamente nos detendremos en un aspecto, que rara vez se menciona con relación a este tema. El fin de los tiempos, tiene una evidente relación con cada uno de nosotros.

El fin puede llegar antes del propio regreso de Jesús, porque habrá llegado el término de nuestra vida!

Para decirlo más claramente: El fin de los siglos, puede llegar como le ha llegado a millones de personas desde hace casi dos mil años, simplemente porque les ha llegado la muerte física.

Y pensando en ese fin es que debemos dar un paso sustancial en la dirección correcta: No desviarnos ni a derecha ni a izquierda en el Camino que es el propio Hijo del Hombre.

Esto significa nada más ni nada menos, que debemos de poner todo nuestro esfuerzo para acercarnos al modelo de la Perfección que es Jesús.

Cada día que pasa nuestro fin se acerca, aunque no coincida con el fin de los siglos!

Pablo debió escribir a los primeros cristianos para alertarlos de que el final no llegaría de forma inminente como se creía, erróneamente.

Lo que si llegaría sería el fin de la vida personal, que fue exactamente lo que ocurrió. Esto es así porque nos olvidamos que el Tiempo de Dios es Eternal y el nuestro tiene un límite.

Recordar esta cuestión tan trascendente, puede parecer un acto de gran negativismo, por usar una palabra coloquial de este tiempo.

Todo lo contrario, estamos advertidos a no ser engañados por el propio Jesús y lo primero que debemos hacer es no engañarnos nosotros mismos.

Tanto nuestro final personal como el fin de los siglos, llegará en el momento que solo el Padre sabe!

Razón más que suficiente para que busquemos ser cada día mejores, con la visión de Cristo. Y el principio de ser cada día mejores, se basa en nuestros hechos para que sean la evidencia de nuestra fe.

Y el primero de ellos, no puede ser otro que servir y no servido.

Diego Acosta

www.septimomilenio.com