EL MUNDO SEA SALVO

Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo,
sino para que sea salvo por ÉL.
El que crea en ÉL no será condenado,
pero el que no crea,
ya ha sido condenado por no creer en el Hijo de Dios.
PAN DE VIDA

DIOS Y EL EXITISMO

ANTIVIRUS

En un diario español se aseguraba que Dios debería pedir perdón por el estado del mundo. En otras palabras se hacía responsable al Eterno de todo lo que hacemos los hombres en el mundo.

Obviamente no se nos ocurre defender a Dios, porque sería una temeraria falta de respeto hacia su Majestad y Soberanía. Se trata de destacar como se usa el nombre del Todopoderoso.

Pareciera que atacándolo se logran éxitos personales, tales como atrevimiento, coraje y por supuesto más notoriedad, que son los grandes objetivos del mundo en el que vivimos.

En la exaltación desmesurada y sin límites del hombre, se apelan a grotescos recursos para librar a la especie, de sus responsabilidades con lo que está ocurriendo en el planeta.

Usar a Dios como instrumento para supuestos logros personales, pone de manifiesto la estatura de quienes lo atacan.

Diego Acosta

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Los hombres nos hemos lanzado casi alegremente
a explorar una tecnología que no sabemos
que efectos producirá en el futuro.
Recordamos lo sucedido con la energía atómica
que provocó dos terribles experiencias.
Diego Acosta – BLOG del TIEMPO

SUPREMO FINAL

Conmemoramos en este día el Sacrificio Supremo
por los pecados de la humanidad,

el último consumado por Dios hecho Hombre,
por Jesús para el cumplimiento de las profecías
y para un nuevo Tiempo trascendental en la Historia.
Diego Acosta — MENSAJE

NO AFANARSE

DEVOCIONAL

Todas las veces que permito que la ansiedad me domine, los resultados son siempre malos y a pesar de eso, no dejo de sorprenderme como una y otra vez caigo en el mismo error.

Pareciera que es inherente a la condición humana, repetir los fallos, aún cuando las consecuencias son tan evidentes y tan repetidas.

Es necesario entender, que por mucho que alguien se afane, por mucho que lleve ese afán hasta los límites más extremos, nada  conseguirá.

Lo triste es que en mi caso, persisto en el error, acaso porque en determinados momentos mi confianza en Dios comienza a decaer, ante la necesidad de respuestas y ante el silencio que recibo.

Pienso que debe ser la prepotencia, la soberbia de confiar en mis fuerzas lo que me lleva a afanarme una y otra vez, cosa que advierto cuando el desenlace se repite en la misma proporción que mis esfuerzos.

Tengo que aprender a no caer en la trampa del afán y a confiar definitivamente en el Todopoderoso.

Eclesiastés 3:9
¿Qué provecho tiene el que trabaja,
de aquello en que se afana?

Diego Acosta / Neide Ferreira