MALOS RETOÑOS

Recuerdo la primera vez que visité un olivar, porque me causó una gran impresión ver una cierta cantidad de plantas que a pesar de tener algunas  de ellas más de tres siglos, seguían produciendo frutos.

La total ignorancia sobre esta clase de temas, me hizo pensar que unos pequeños brotes que tenían las olivas en sus raíces visibles, eran algo bueno.

Pronto me aclararon que los brotes se llamaban retoños y que lo que yo creía que era bueno, era malo pues eran una forma de parásitos.

Por esa razón era que los cortaban con el mayor esmero, que fue en realidad lo que atrajo mi atención, creyendo que no deberían hacerlo.

Me fui del olivar pensando en lo que había visto, en lo que había aprendido y también en mis propios retoños, que parecen buenos y son malos.

Pensando en eso he llegado a la conclusión, que los hombres que cuidan los olivares, además de ser conocedores de lo que hacen, son drásticos en sus procedimientos.

Si es malo se corta!

Si es malo para la planta, se lo elimina!

Haría yo lo mismo con mis retoños?

Lamentablemente creo que no y de hecho no lo hice nunca. Por qué? Porque a pesar de las evidencias sigo pensando que los retoños son buenos…

Soy consciente de este grave error y por tanto desde hace poco tiempo, he comenzado a cortar los retoños, con la certeza de que son malos para mí.

Una actitud de una cierta sabiduría, porque carece de la decisión de los olivareros. A veces creo que por cuidar los malos retoños, estoy poniendo en riesgo mi propia vida!

Romanos 11:18

No te jactes contra las ramas; y si te jactas,

sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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