NADA OCULTO

Más de una madrugada he tenido la necesidad de pedir perdón por mis temores y por mis flaquezas.

En realidad todo lo que pude haber hablado, el Eterno ya lo sabía, pero era necesario proclamar con mis palabras aquello que había hecho mal.

El origen de esta situación no es otro que el de esperar que el tiempo solucione los problemas, como es habitual que en el mundo se haga.

Procediendo así lo único que conseguí que las situaciones  tuvieran otra dimensión más grave, además de recibir la consabida pregunta: Por qué no hablaste antes?

Y es en ese momento cuando se comprende la magnitud del error cometido. Hablamos cuando no debemos y nos callamos cuando debemos hablar.

Por qué?

Porque ignoramos al Espíritu Santo que nos inquieta para tomar una determinada actitud y porque tenemos temor de las consecuencias de lo que podamos decir.

Y esto es lo triste: Si sabemos que Dios tiene todo bajo su Autoridad, por qué tememos cuando manda a obrar?

Se trata de que no debemos permitir que nada quede oculto, porque las aparentes buenas intenciones, destruyen relaciones, afectan a las congregaciones y lo que es peor, nos colocan muy tibiamente al lado del Altísimo.

Recordemos como hablaba Jesús, sin omitir nada y sin herir a nadie. Solamente con el supremo argumento de la Verdad.

Lucas 12:56

ES – !Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?

PT – Hipócritas, sabeis discernir a face da terra e do céu; como não sabeis, então, discernir este tempo?

Diego Acosta / Neide Ferreira

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