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El día en que celebraba el centenario de su fundación, la AMIA – ASOCIACION MUTUAL ISRAELITA ARGENTINA, en Buenos Aires, sufrió el mayor atentado de la historia del país.

Un vehículo cargado con explosivos fue estrellado contra el edificio de la entidad, en el centro de la capital y mató a 85 personas e hirió a más de 300.

Desde entonces la justicia argentina investiga el atentado, sin que hasta el momento haya un dictamen definitivo, lo que constituye un grave cargo al prestigio de uno de los Poderes del Estado, pensando que el hecho ocurrió el 18 de Julio de 1994.

Desde el principio todas las sospechas estuvieron dirigidas a la banda terrorista Hezbolá, de fuerte implantación en el Líbano y Siria e inequívocamente vinculada a la República Islámica de Irán.

El gobierno del ex presidente Carlos Menen pretendió desviar la atención hacia una supuesta conexión siria y el gobierno de la expresidente Kirchner, suscribió un acuerdo con Irán, en un pretendido desvío de la causa.

Finalmente la propia justicia ratificó el pedido de búsqueda y captura de altos cargos del gobierno de Irán, uno de los cuales fue recibido en forma pública y ostentosa por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ignorando esas órdenes de la Interpol.

Incluso un fiscal fue asesinado en sospechosas circunstancias, días antes de presentar los cargos del caso en el Congreso de la Nación y que llegaban a involucrar a la expresidente Cristina de Kirchner.

El atentado de la AMIA marcó dramáticamente a Argentina, que trata de recuperar el tiempo perdido en una investigación influida por dos ex presidentes.

El prestigio del país, la memoria de las víctimas, el dolor de sus familias y el sufrimiento de los heridos, reclaman el esclarecimiento del mayor atentado terrorista de América Latina.

Diego Acosta

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