El ejemplo de la guía que se coloca a un árbol joven para que crezca derecho, sin torcerse en ninguna dirección, es plenamente aplicable a la vida de las personas.
Todos necesitamos de una guía para que desde niños podamos desarrollarnos en la dirección correcta, sin caer en desvíos o situaciones que puedan afectarnos en el futuro.
Dependiendo de cómo sea la guía, así será también nuestra forma de crecer para convertirnos en hombres y mujeres con comportamientos que podríamos llamar correctos o incorrectos.
Por esta razón resulta patético observar como muchos padres derivan la educación de sus hijos en los colegios o en los institutos, olvidando que lo esencial depende de ellos.
La guía de que hablamos debería ser en todos los casos espiritual, porque todas las referencias son de ese tipo cuando se trata de formar a un niño desde los primeros años de su vida.
Por esta razón la Palabra de Dios nos encomienda que enseñemos desde los primeros tiempos a nuestros hijos, a conocer sus fundamentos y a estudiarla.
Junto con esos conocimientos debe haber ineludiblemente la más grande forma de transmitir cualquier enseñanza, que es el testimonio vivo y permanente de nuestra conducta.
En los tiempos tan complejos que nos toca vivir, es necesario probablemente más que nunca, que nos constituyamos en esas guías sencillas, amorosas yvigorosas que precisan nuestros hijos.
Proverbios 12:2
Diego Acosta García