El sacerdote Pasur, mandó azotar a Jeremías por causa de las palabras inspiradas por Jehová, con relación a Jerusalén y a las casas de los reyes de Judá.
El profeta expuso que Jehová las llamaba inmundas por cuanto se les había ofrecido incienso a los ejércitos del cielo y se vertieron libaciones a dioses ajenos.
Una vez liberado del cepo, Jeremías le manifestó a Pasur, que Jehová lo llamaba Magor-misabib, que traducido a nuestro idioma significa: Terror por todas partes.
La cuestión de las profecías adquiere en este revelador pasaje, la verdadera dimensión que tienen tanto si son inspiradas por el Eterno, como si son producto de quienes se manifiestan como falsos profetas.
Jeremías debió sufrir la ira de quién presidía como príncipe la Casa de Jehová y el propio Pasur sufriría la dura pena de ver morir a quienes lo amaban por la espada de sus enemigos.
Cuántas veces seremos advertidos con relación a los profetas y a los falsos profetas?
Con temor y temblor debemos pensar en lo que significa declararse profeta sin haber recibido revelación del Soberano y también la responsabilidad que se asume cuando la profecía es falsa.
La Palabra de Dios nos advierte con severidad sobre esta cuestión.
No podemos ignorar lo que se nos ha revelado ni mucho menos pensar, que podremos obrar impunemente!
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira