Cuando tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros hijos lo que significa la ofrenda, podemos decirles que es una obligación, que es un mandato que hemos recibido y por tanto lo debemos cumplir.
Es una buena explicación, pero quizás no es lo suficientemente profunda como para definir lo que en verdad significa la ofrenda que damos a nuestro Dios, en la Iglesia de la que somos miembros.
Es necesario que interpretemos que la Iglesia en la que congregamos es el instrumento del que nos servimos para llevar nuestras ofrendas y por tanto la Iglesia las traslada simbólicamente a Dios.
Si analizamos desde esta perspectiva lo que significa la ofrenda, comenzaremos a advertir que estamos ante una nueva dimensión de este acto reverencial de profundo significado espiritual.
No estamos dando nuestra ofrenda porque se la recoge todos los domingos en la Iglesia, junto con nuestros diezmos, el dar la ofrenda adquiere otro valor completamente diferente.
Estamos dando a Dios una parte de lo que recibimos con gratitud pero sin esperar nada a cambio, sin reclamar nada que ni remotamente sea proporcional a lo que ofrendamos.
Dios no precisa del valor de nuestras ofrendas, precisa un corazón agradecido y reconocido por todo lo que nos ha dado, especialmente si se trata de cuestiones espirituales. Hagamos de la ofrenda un acto de amor!
Deuteronomio 16:17
Diego Acosta García