No hace mucho tiempo nos formularon una pregunta sencilla pero de difícil respuesta, la típica cuestión que no esperamos y que de golpe trastorna nuestra plácida vida.
Alguien nos dijo: Realmente vivimos por lo que murió Jesús? La primera reacción es responder rápidamente, casi sin pensar, pero algo en nuestro interior apaga nuestro impulso y nos callamos.
Como se puede responder a una pregunta como esta? También nos podemos preguntar: Por qué nos sorprende tanto una pregunta de este tipo?
Como ocurre casi siempre, la cuestión no está en las preguntas sino en las respuestas, en lo que seamos capaces de declarar para no dejar una cuestión pendiente.
Mucho nos tememos que las respuestas que podamos dar serán evasivas, tal vez otras preguntas, pero en el fondo ocurre que nos cuesta muchísimo decir que sí o decir que no.
Sencillamente porque tanto una cosa como la otra necesariamente no será del todo cierta, porque lo que está muy claro es que debemos perseverar en nuestro crecimiento espiritual, para comenzar a decir que sí.
Si asumimos esta situación personal como la más sincera, tal vez podamos en el futuro aproximarnos a una respuesta más categórica y poder decir: Sí estoy tratando de vivir por lo que murió Jesús.
Hechos 17:28
Diego Acosta García