Seguramente perdonar es mucho más sencillo, que pedir perdón. Cuando perdonamos a pesar de la importancia que tiene la actitud, es bastante probable que en nuestro corazón haya una cierta arrogancia.
Somos tan benignos que podemos llegar a perdonar todo lo que nos haya afectado! O casi siempre…
Pero que ocurre cuando debemos pedir perdón?
Si obramos en el Espíritu, tendremos la seguridad de que debemos humillarnos y pedir perdón. Aún así nos será extremadamente difícil dar el siguiente paso.
Podrán pasar por nuestra mente todas las circunstancias que nos llevaron a tomar actitudes, que son las causantes del pedido.
Podríamos decir que son los argumentos, con los que pretendemos defendernos ante quién o ante quienes debemos pedir perdón.
Incluso a esos argumentos los podríamos llamar excusas, para aliviar la dimensión de nuestra responsabilidad en aquello que debemos ser perdonados.
Si esto nos ocurre con los hombres, que podremos plantearnos si debemos pedir perdón al Eterno?
ÉL sabe todas las cosas y conoce de nosotros, aún lo que nosotros mismos ignoramos acerca de cómo somos. ÉL es nuestro Creador y nos conoce desde antes de ser concebidos.
Por tanto el pedido de perdón no podrá ser nunca atenuado por ningún argumento ni por ninguna circunstancia.
El pedido de perdón demanda una gran honradez de nuestra parte, para que verdaderamente sea eficaz ante los hombres y esencialmente ante Dios.
Antes de pedir perdón oremos pidiendo dirección y Sabiduría, para que verdaderamente cumpla su propósito, como una de las formas superiores del Amor.
Salmo 25:11
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira