Cada vez que alguien comenta que le gustaría volver a tener 20 años, no dejo de asombrarme. No por una edad determinada, sino por el solo hecho de volver hacia el pasado.
Muchas veces me he preguntado por qué hay quienes se interesan tanto por volver al pasado?
Daría la sensación que se trata de intentar de detener el reloj de la vida e invertir sus agujas, para recuperar algunos determinados momentos.
O lo que sería peor aún, para recuperar algunos meses o algunos años de nuestra vida, que nos resultan más agradables que el presente.
Difícil entender esta forma de vivir, mirando siempre hacia atrás, olvidando que estamos obligados a ir hacia adelante, hacia el futuro.
Aceptando la idea de que cada uno cuenta de su vida lo que más le agrada, aún así no es bueno vivir pensando en el tiempo pasado.
Cada uno tendrá momentos mejores o peores y según hayan sido, habrá lugar o no, para la nostalgia, para la evocación cariñosa.
Pero, no es mejor ver crecer a nuestros hijos, que recordar el momento en que nacieron? No es mejor verlos avanzar por la vida, que recordar cuando los teníamos en brazos?
Si nos aferramos al pasado, difícilmente podremos disfrutar de todo lo que nos brindan los nuevos días, aunque estén cargados de incertidumbre.
Nada hay en el pasado que podamos recuperar, como no sea aprender de nuestros errores!
Confiando en el Supremo pensemos en el futuro. Anhelemos que los días venideros nos traigan la plenitud maravillosa que significa servir a Jesús!
Es consejo de sabio, no mirar hacia atrás!
Eclesiastés 7:10
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira