EL ORIGEN DE LA HUMANIDAD – VIII
Génesis 2:15
Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Dios concedió al hombre el Edén como su lugar natural para vivir y como estaba todo en un proceso inaugural e inédito, decidió que el hombre trabajara.
Esta decisión concede especial importancia a la dignidad del trabajo, que debemos respetar siempre. Es significativo que el primer trabajo del hombre fue el de la agricultura.
El Eterno también decidió que el hombre tuviera la obligación de guardar todo lo que estaba en el Edén, es decir le estaba otorgando el carácter de mayordomo.
Génesis 2:16
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer
El hombre recibió la calidad de joya de la Creación. Pero se estableció desde el principio el grado de relación que tendría con su Creador: Dios manda y el hombre obedece!
Le concede al hombre la libertad de comer de los frutos de todos los árboles existentes en el Edén.
Génesis 2:17
Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
También por Dios primera vez emplea un concepto decisivo en su relación de Autoridad con el hombre. Le manda no comer de un árbol determinado, estableciendo así de manera categórica la necesidad de la Obediencia de la especie humana.
También por primera vez utiliza el concepto de vida-muerte, al anunciarle que si come de ese árbol especial, morirá, lo que ejemplifica la idea de separación, tanto física como espiritual.
De qué especie era el árbol, es una anécdota menor, frente al mandato recibido y su consiguiente consecuencia.
Siendo Jehová quién es, no debe dar ninguna clase de explicación al hombre, acerca de las razones de esta prohibición tan determinante. En todo caso podemos inferir que es la primera prueba que el Supremo establece para la especie humana.
Es evidente que el hombre ya conocía el Bien, puesto que fue creado a imagen de Dios. Era el conocimiento del mal, lo que le acarrearía la muerte.
Dios también estaba reconociendo la libertad que tenía el hombre de decidir, entre el Bien y el mal. O lo que es lo mismo: De ser obediente o rebelarse contra su Creador.
Estaba enfrentada la Obediencia y la lealtad del hijo con el Padre y el orgullo, que no es otra cosa que el sentido de obrar según el propio criterio, el egoísmo y la desobediencia.
En este momento tan relevante de la Revelación bíblica, es importante advertir como Dios habla con Adán y es a él a quién instruye y manda sobre el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Todo lo que ocurrirá después tiene a Adán como principal responsable, pues fue quién recibió el mandato del Creador, constituyéndolo de esta manera en la Autoridad natural sobre todo lo creado y sobre quién sería el segundo ser viviente, Eva y de un modo más genérico, la mujer.
Este aspecto es fundamental para entender como desde el comienzo mismo de la Humanidad, Dios estableció al hombre como cabeza responsable de la Familia.
Diego Acosta