Las malas reacciones ante los ataques generalmente se originan cuando somos sorprendidos y los consideramos una auténtica agresión.
Es decir: Si alguien nos ataca nos llama la atención y a partir de ese momento nuestra forma de proceder cambia drásticamente y somos capaces de tomar decisiones radicales.
Por qué nos afectan tanto los ataques?
Tal vez sea bueno formular algunas reflexiones sobre esta cuestión pues está estrechamente relacionada con nuestros comportamientos como hijos de Dios.
Es evidente que nunca consideraremos un ataque como algo que se pueda justificar a partir de algún hecho que hayamos protagonizado.
Siempre tendremos razones para excusar nuestras actitudes!
Lo que equivale a afirmar que en principio, todos los ataques que recibimos son injustificados y por lo tanto nos causan dolor y desazón.
Por definición un ataque es una crítica o palabra o acción que tenga el ánimo de ofender, de perjudicar o de incluso destruir.
Lo que induce a pensar que detrás de cada ataque hay un propósito deliberado de daño de forma intencionada.
Sin embargo quienes nos consideramos seguidores de Jesús, no tenemos derecho de quejarnos por los ataques, porque no deben sorprendernos, porque fuimos avisados por ÉL de que ocurrirían.
Por el contrario, cada ataque lo deberíamos considerar como una auténtica demostración de que algo estaremos haciendo bien, que molestamos a quienes hacen el mal.
No nos rebelemos contra los ataques ni reaccionemos contra quienes los hacen!
Agradezcamos al Señor tener la fortaleza necesaria como para aceptarlos como parte de lo que debemos de asumir, por ser considerados discípulos del Hijo del Hombre.
Marcos 13:13
Diego Acosta / Neide Ferreira