A Isaías le corresponde anunciar buenos tiempos para el Pueblo de Dios.
Luego de haber descendido a Egipto y de haber sido cautivos de los asirios, le corresponde ahora volver a la Tierra Prometida.
La Redención ha llegado a Israel y ahora los portadores de las buenas nuevas, recorrerán los montes de Jerusalén para anunciarlas con alegría.
Qué hermoso tiempo anuncia el profeta!
Leyendo este pasaje no pude menos que recordar algún momento de mi vida, en el que pensaba que luego de haber estado en el desierto, volvía a la vida, volvían los tiempos mejores.
Era el tiempo de dar gracias!
Por los duros años en el desierto y también por abandonarlo, sabiendo que en todo se había glorificado el Señor.
El tiempo del desierto había sido una severa enseñanza y una preparación para nuevos tiempos y eso siempre debe ser motivo de gratitud.
Del mismo modo que el profeta debe hablar de la salvación, de la paz, los portadores de esos mensajes los deben proclamar a Jerusalén y a los pobladores de los montes que la rodean.
Ningún tiempo malo dura para siempre y esta certeza debe alentarnos para superar la prueba y hacernos crecer para disfrutar de lo bueno que se avecina.
Aprendamos en la hora difícil, no desmayemos ni nos dejemos llevar por la deriva que a veces causan las penas y las tristezas.
No estamos solos, el Eterno está siempre con nosotros.
Tengamos leves los pies para llevar este mensaje de esperanza, de que también hay tiempos mejores para celebrar siguiendo a Jehová.
Son el preludio para cuando regrese el Rey Soberano!
Isaías 52:7
Diego Acosta / Neide Ferreira