Pocas actitudes producen más dolor que el desprecio!
Sabiendo esto y a pesar de ello, no nos privamos de despreciar a quienes consideramos que no son dignos de lo mejor de nosotros.
Del mismo modo otras personas hacen lo mismo con cada uno de nosotros, por lo que el círculo se agranda de manera preocupante.
Que origina el desprecio?
Si por definición el desprecio es actuar con desdén hacia el prójimo, podemos concluir que es una forma de sentirse superior.
Es por eso que cuando desairamos a alguien, le estamos indicando que nuestra superioridad es manifiesta y por eso nos comportamos con tanta agresividad.
Recuerdo hace algunos años, cuando una persona me recriminó con gran amargura, que llevaba tiempo despreciándola.
No supe que argumentar, pero percibí tanta pena en su mirada, más que en sus palabras, que a mí también me dolió mi injustificada actitud.
Tardé años en pedir perdón por haber obrado tan erradamente. Cuando lo hice fue inspirado por el Amor que recibí de Jesús cuando lo acepté como mi Salvador.
Es tan grave el hecho de despreciar, que si leemos con atención la Palabra de Dios, advertiremos como se nos manda amar al prójimo…y hasta al enemigo.
Y esto es exactamente lo opuesto al desprecio!
Es bueno reflexionar sobre este tema, tratando de saber por qué despreciamos, por qué somos arrogantes, por qué nos sentimos mejores.
Posiblemente ninguna respuesta que nos podamos dar resulte de nuestro agrado, porque el desprecio tal vez oculte como nos sentimos de pequeños o de avergonzados por ser como somos.
Pidamos perdón por despreciar y perdonemos a quienes nos desprecian!
Proverbios 14:21
Diego Acosta / Neide Ferreira