En mi época de juventud tuve oportunidad de trabajar junto a personas que tenían mucha más edad que yo.
Entre ellos había dos a los que llamaban cariñosamente “pico de oro”, porque se expresaban maravillosamente bien. Eran oradores innatos.
Sin saberlo, por la Gracia, pude aprender mucho de ellos, pues además de escucharlos con placer, aprendía con entusiasmo.
Un día ocurrió un suceso muy lamentable con uno de nuestros más humildes compañeros. Y entonces, uno de estos “pico de oro” tuvo una actitud de solidaridad que en su momento resultó emocionante.
Unos meses después, le comenté la impresión que me había causado su gesto solidario. Él me contestó: Espero que siempre te acuerdes más de eso, que de por mi forma de hablar…
Ciertamente, han pasado más de 50 años de esos momentos y me sigo recordando, no de los nombres pero si de los hechos.
Esto viene a mi memoria cada vez que asumo que debo obrar como hijo de Dios, no como una persona del mundo.
Por maravillosas que resulten nuestras palabras, siempre perdurarán nuestros hechos…los que hayan sido buenos y los que hayan sido malos.
El más grandioso ejemplo de Amor de la historia de la humanidad, no fue hecho con palabras, sino con sufrimiento en la Cruz!
De allí su Grandiosa elocuencia, pues nuestra incapacidad para describirlo, es otra demostración de todo lo que verdaderamente significa.
Cada vez que debo asumir una actitud, me acuerdo de mi compañero, como un ejemplo humano. Pero siempre tengo presente el ejemplar gesto de Jesús de morir por mí!
Juan 13:34
Diego Acosta / Neide Ferreira