En estos días conocimos a una familia que nos dio un tremendo testimonio de su fe y también de lo que verdaderamente significa considerarse hijos de Dios.
Con hijos relativamente mayores, la pareja concibió su tercera hija, a la que muy pronto los médicos le adjudicaron severos problemas de salud, aconsejando de forma inmediata un aborto.
Los padres decidieron continuar con el embarazo confiando plenamente en Dios y en su Palabra, negando toda decisión que fuera contraria a la vida que se desarrollaba en el vientre de la esposa.
El diagnóstico de los médicos resultó más complicado de lo que originalmente habían anunciado, por lo que desde hace varios la familia vive duros momentos.
Separados los esposos por cuestiones laborales, ella vive con sus tres hijos en otra ciudad y atiende con amor y dedicación a una criatura que tiene una vitalidad asombrosa, a pesar de estar conectada a dos tubos permanentemente.
A la niña la conocimos cuando se estaban ensayando danzas en una Iglesia y ella, conectada a los tubos que le permiten vivir, dio unos pasitos demostrando su interés y su alegría.
Sus padres y los dos hermanos asistían encantados a esta demostración de deseos de vivir de su hermanita. Y nosotros dábamos gracias a Dios por la fe de esa familia, por la Gracia que reciben y por el testimonio que nos dan.
Job 11:18
Diego Acosta García