La Palabra de Dios tiene respuestas para todos los grandes interrogantes humanos. Incluso para aquellos que nos llevan a idealizar a algunos hombres y mujeres del pasado y del presente.
Leyendo con detenimiento lo que la Biblia nos revela acerca de sus grandes personajes, advertimos algunas cuestiones muy notables.
Una de ellas es que siempre son mostrados con realismo, es decir sin incurrir en ninguna de las exageraciones a las que somos tan afectos los humanos.
Esa manera de mostrarlos tal y como fueron, tal y como vivieron, nos debería hacer reflexionar acerca de ser más equilibrados en todas nuestras manifestaciones.
Otra cuestión que deberíamos advertir, que por importantes que fueran en el cumplimiento del Plan de Dios para los hombres, siempre tuvieron sus flaquezas, sus errores, sus debilidades.
En otras palabras: Que los hombres somos humanos y que estamos muy alejados de ser aquello que nos imaginamos que algunos fueron.
La medida de la Perfección solamente está relacionada con el Eterno. ÉL es lo Perfecto…pero de ninguna manera podemos comparar esa calidad con la de ningún otro ser humano por virtuoso que sea.
Estos pensamientos son el producto de una breve discusión que mantuvimos en torno al hombre a través del cual surgió la Reforma.
Resulta indudable que el Todopoderoso lo usó de una manera tremenda, como no es menos cierto que de ninguna manera pueda afirmarse que ese hombre fuera perfecto.
No lo fue y esto es un llamado de atención para quienes tienen la tendencia a idealizar a determinadas personas, para luego caer en la simpleza de la desilusión al conocer la verdad sobre ellas.
Filipenses 3:12
Diego Acosta / Neide Ferreira