En las circunstancias más inesperadas podemos recibir una lección de vida, que puede resultar más útil y necesaria de lo que nos imaginamos.
Una persona comentaba el gesto airado que tenía un joven ante una situación adversa. Alguien le indicó que la reacción desmedida no solo no ayuda a resolver ningún problema, sino que puede agravarlo.
Pensando en esto recordé las veces que fui protagonista de casos parecidos, en los que la ira llegó a dominar completamente mi entendimiento.
Las consecuencias no fueran buenas en ningún caso y como comentó la persona sobre el joven, la mala reacción siempre obra en contra de quién la realiza.
Es oportuno recordar como la Biblia enseña a propósito del dominio propio, que no es otra cosa que aprender a controlar las reacciones, por muy justificadas que puedan estar.
No es fácil dominarse y como queda dicho, mucho más si tenemos razón para proceder airadamente, pero es precisamente en esos momentos cuando debemos mostrar la Obra de Dios en nuestra vida.
Un mal gesto siempre provoca otro mal gesto, una mala actitud genera lo mismo, porque la ira es además de mala consejera, es contagiosa.
Jesús nos ha dejado innumerables ejemplos de lo que significa dominio propio, como para que entendamos que controlar nuestro ánimo, siempre tendrá la recompensa que llega a través de la templanza.
La vida cotidiana ya es de por sí bastante difícil, como para que la compliquemos aún más con nuestro ánimo descontrolado.
En los momentos de dificultad, reacciones rápidamente y pidamos la ayuda del Espíritu. Entonces obraremos adecuadamente y no tendremos oportunidades para arrepentirnos.
Salmo 37:8
Diego Acosta / Neide Ferreira