En los momentos en que busco tener intimidad con Dios, muchas veces me pregunto: En realidad que es lo que estoy haciendo?
Lo hago por un anhelo verdadero?
Lo hago por una mera rutina?
Son dos situaciones totalmente opuestas que me llevan a reflexionar acerca de cómo son mis hechos como hijo del Dios Supremo.
Lo mismo ocurre cuando oro, lo hago para acercarme al Trono de Gloria o lo hago para cumplimentar algo que debemos hacer?
Son muchas preguntas, demasiadas!
Tanta incertidumbre revela que es necesario que me haga un nuevo planteamiento acerca de mi relación con Dios, para apartarme de todo lo que sea formalismo o religiosidad o legalismo.
El formalismo es lo opuesto a lo auténtico.
La religiosidad es lo opuesto a lo que enseñó Jesús.
El legalismo es lo opuesto a la legalidad.
Sabiendo esto me pregunto cómo debemos obrar para no ser arrastrados por la corriente de conformismo que se percibe en las congregaciones, en el liderazgo…
Nos estamos preparando para los difíciles tiempos que se nos echarán encima como una gran tormenta?
O estamos tratando de vivir en esta cómoda campana de cristal que parece alejarnos de todo mal?
Estas son mis preguntas.
Mis respuestas las debo buscar en la intimidad con Dios, ante Quién no podemos escondernos, ni mucho disimular lo que está pasando en mí interior.
Tengo la certeza de que estoy viviendo un tiempo que es un verdadero privilegio, para quienes nos llamamos soldados del Ejército Celestial.
Pero, es verdad que soy un soldado?
O soy un buscador de refugio en la trinchera más oculta?
Deuteronomio 1:8
Diego Acosta / Neide Ferreira
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