Un grupo de hermanos comentaba acerca de la vida de algunos de los grandes hombres de la Reforma.
Uno de ellos expresó su profundo desengaño al tomar conocimiento de todo lo hecho por uno de ellos, al que recordamos con respeto por todo lo que hizo en su tiempo.
Quién se había mostrado afectado al conocer a historia de esta persona, insistió con su postura, declarando que en el fondo era un descrédito para la propia Reforma contar con un líder de esas características.
Como siempre ocurre, otro hermano tuvo una respuesta categórica y precisa: Si fuera así, también podríamos desacreditar hasta la propia Biblia, por las historias que cuenta de algunos hombres.
Esto bastó para que terminara la controversia, aunque dejó flotando en el ambiente un difuso aire de desencanto.
Lo cierto es que lo ocurrido es tan normal como lógico, porque revela como los hombres cometemos una y otra vez los mismos errores.
El principal de ellos es el de idealizar a los líderes, a quienes forman parte de los grandes hechos del pasado, sabiendo como sabemos que por encima de todo, no son más que hombres utilizados por el Eterno.
Es decir seres con problemas, propensos a las faltas, a los errores y también hasta de obrar con maldad. Pero esos son los hombres que utiliza el Señor para su Obra.
Y pensándolo bien: Si no fuera así, como me podría utilizar, por ejemplo, a mí?
No olvidemos que el Único Perfecto es el Santo de Israel!
Los que hemos nacido de mujer, somos todos falibles, pero por la Gracia, somos usados para ser parte de los Propósitos del Supremo!
Proverbios 23:18
Diego Acosta / Neide Ferreira