En estos tiempos hay quienes proclaman la existencia de varios dioses, ignorando que nuestro Dios es Único y que no comparte ni su Grandeza ni su Deidad.
Debemos orar por quienes caen en la trampa de aceptar que el Dios de Israel es igual a otros dioses y que por tanto podemos orar por ellos en igualdad de condiciones.
Jehová es nuestro Dios!
Es el Dios de su Pueblo y nosotros quienes nos llamamos sus hijos, somos coherederos de todas sus promesas y debemos ser cumplidores de todos sus mandatos.
En las horas de incertidumbre es cuando más debemos recordar esta Verdad que es tan Única, como Único es el Creador de todas las cosas.
Cada vez que pienso en esta Grandeza incomprensible para mi mente humana, recuerdo como Pablo nos habla de temor y temblor.
Temor ante su infinita Majestad y temblor, que supone obediencia y respeto hasta su Magnificencia, superior a todo lo que conocemos y que desconocemos.
Es a este Dios, al que oramos por Justicia, al que oramos en la hora de la adversidad cuando quienes se creen poderosos, tienen la soberbia de afrentarnos a pesar de que saben que somos sus hijos.
Afrentando a un hijo de Dios, es estar afrentando al propio Dios, porque suya es la Justicia Suprema, superior a la de los hombres.
Debemos recordar que ante su Justicia, todos somos iguales. ÉL no hace aceptación de personas, por ser Santo y Justo, como nadie puede ser Santo y Justo.
Solamente frente a ÉL debemos humillarnos, pues es el Señor de Señores!
Deuteronomio 10:17
Diego Acosta / Neide Ferreira