El grave incidente producido en la noche del 31 de diciembre en las inmediaciones de la estación de trenes de Colonia y su catedral, está suscitando múltiples opiniones.
La situación tiene un potencial de gravedad, que se reclama desde la Canciller Angela Merkel, hasta dirigentes de diversos partidos que se actúe con eficacia.
El Ministro del Interior ha declarado que no se puede imputar genéricamente de los hechos a los refugiados, pero sí alguno de ellos fuera responsable sería expulsado.
En un país donde la relación entre las personas se verifica cotidianamente en el marco del respeto, una agresión como las que sufrieron mujeres en la noche de despedida del año, sorprende y preocupa grandemente.
Máxime cuando todas las declaraciones contribuyen a pensar que los agresores fueron árabes o norafricanos, lo que indirectamente apunta hacia los refugiados, algunos de los cuales son de esa procedencia.
Alemania se encuentra frente a una situación novedosa por la gravedad que representa la falta de seguridad de las personas en la vía pública. Novedosa, porque esas agresiones a la vida normal, puede volver a verse alterada.
Diego Acosta