Otra maravillosa parte de la Creación, que la mayoría de nosotros consideramos más un problema…que algo con lo que nos podamos deleitar.
Una mañana me detuve a observar como el rocío había caído sobre las plantas y había hecho vivificar las flores de un jardín.
El verde era más verde y los colores más brillantes. Y todo sin que ningún hombre interviniera para absolutamente nada.
Todo lo había hecho el Creador desde el comienzo mismo de los tiempos!
Un poco asombrado volví a mis preocupaciones cotidianas, pero con la impresión de que algo había ocurrido, aunque no sabía muy bien que era.
Rocío…
La palabra iba y venía en mi mente, como si hubiera un mensaje pendiente de ser reconocido, pendiente de ser apreciado.
Finalmente me dediqué a pensar en la imagen que había impresionado mis ojos por la mañana…con el rocío resplandeciente con la luz del sol.
Como aquellas pequeñas gotas formadas por la humedad en el frío de la noche, podían causar tanto efecto sobre la naturaleza?
Y entonces vino a mí, la revelación sobre el rocío!
Esas gotitas de agua, eran una manifestación del Poder de Dios!
Solamente ÉL puede hacer con tan poca cosa, algo tan inalcanzable para los humanos, como es reverdecer las plantas y alentar su vida!
Pensé como cambiaría mi existencia si dejara caer el rocío sobre mí, el humilde rocío que el Eterno nos envía y que tantas veces ni nos enteramos de su presencia.
Oremos para que el rocío caiga sobre nuestra vida. Oremos para que esa manifestación del Poder del Soberano, obre restaurando aquello que está marchito.
Daniel 4:15
Diego Acosta / Neide Ferreira