Una de las cuestiones más complejas que debemos afrontar los creyentes, quienes nos llamamos hijos de Dios, es cuando debemos dejar de orar…
Y la respuesta a este planteamiento es única y absolutamente categórica: NUNCA!
Debemos perseverar en la oración al Supremo aún en los momentos en los que parezca que absolutamente todo está perdido.
En los momentos en los que las circunstancias parecen demostrarnos que ya no hay margen para nada. Aún en esos momentos…debemos seguir orando.
En la Biblia tenemos ejemplos impresionantes acerca de cómo los profetas del Altísimo y otros grandes hombres de Dios, siguieron orando a pesar de todo.
Ezequiel fue uno de los profetas que se postró para clamar a Jehová para que no destruyera al remanente de Israel.
No importó a este siervo que todo acusara a los hebreos y que sus actitudes fueran dignas de las más severas sanciones.
Ezequiel tuvo la firmeza y también la osadía de clamar al Eterno por su Pueblo, para que la ira no se desatara a través de un Juicio completo como había sido anunciado.
El profeta conocía el Amor y la Misericordia del Hacedor y apeló a ellas para que el castigo sin límites no afectara a Israel y a Judá.
Ezequiel no justificaba las malas acciones y naturalmente no justificada los pecados, pero si apelaba al corazón del Todopoderoso.
El profeta nunca se rindió ante las evidencias y consideró que para orar siempre se está a tiempo!
Que nuestra fe sea mayor que lo que nuestros ojos puedan ver!
No desmayemos…Oremos. Siempre estamos… a tiempo!
Ezequiel 9:8
Diego Acosta / Neide Ferreira