Un hermano preguntó: Y si hacemos un ayuno?
La respuesta fue un prolongado silencio, yo incluido, puesto que nadie parecía capaz de reaccionar ante la propuesta.
Qué pasa con el ayuno?
Esto fue lo que me pregunté, intentando llegar al fondo de la cuestión, puesto que sabiendo la importancia que tiene, no lo hago todo lo que debiera.
En realidad cuando se habla de ayuno, la primera idea que se viene a la mente es la de la ausencia de alimentos, es decir abstenerse de comer.
Y es verdad que esto es ayuno. Pero hay otras formas de hacerlo y que también pueden ser consideradas un ayuno, aunque los puristas puedan no estar de acuerdo.
Creo que lo verdaderamente importante es el sentido que le concedamos al ayuno. El ayuno es una forma de demostrarle a nuestra mente y a nuestro cuerpo, que nuestra fe es más poderosa que los pensamientos y que las necesidades físicas.
Por eso el pueblo de Israel ayunó cuando enfrentaba situaciones graves o cuando se deseaba demostrar obediencia ante Jehová.
El ayuno puede asumir la forma de confesión del pecado cometido, o la humillación frente al Santo de Israel o también una forma de expresar una forma de honrar al Todopoderoso.
También el ayuno puede asumir el carácter de una oración elevada ante la Majestad del Eterno, para clamar por nuestras necesidades o para interceder por quién precise que la Mano del Señor se extienda con Misericordia sobre su vida.
El ayuno es una forma de acercarnos a Dios!
Aún sin un motivo específico, pero sí respondiendo ante el mensaje maravilloso del Espíritu.
Joel 2:12
Diego Acosta / Neide Ferreira