La frivolidad con la que vivimos, nos hace participar de presuntas fiestas como el carnaval, sin considerar ni lo que representan ni las consecuencias que generan.
Un caso bastante parecido al de Halloween…
El carnaval está originado en las consagraciones que se hacían al dios Baal como se comenta en Jeremías 7:31. Esta supuesta celebración tiene un profundo contenido diabólico, por cuanto se está honrando a un dios que no lo es y que se opone al Verdadero Santo de Israel.
Tratando de descubrir los principales ritos del carnaval, tenemos como referencia lo que se nos revela en el Libro de Reyes en el capítulo 18 y los versículos 26, 28 y 29. Bailes, bullicio, pactos y la carne consagrada a Baal.
Esta antigua celebración sumeria fue pasando de generación en generación hasta llegar a Roma, donde se transformó en carnival, que es la fiesta de la carne, de la exhibición más grotesca de la especie humana y también el desenfreno y la degradación.
No es poca cosa lo que representa el carnaval, para quienes asumimos la vida desde la perspectiva del cristianismo.
Pablo nos advierte en Colosenses 2:8 acerca de cómo el mundo nos puede engañar y perturbar con sus celebraciones que son totalmente contrarias a lo que Dios ha establecido para los hombres.
Lo recordemos y obremos en consecuencia.
Estos días deben ser de recogimiento, de acercamiento al Señor para alejarnos de los intentos del mundo de enfriar nuestra fe.
Diego Acosta