Puede que leyendo con cierta ligereza el Libro de Eclesiastés, lleguemos a la conclusión que todo lo escrito tiene un sentido negativo.
Entonces, podemos concluir que Salomón era un hombre de pensamientos negativos?
Si esta fuera la conclusión final, es mejora modificarla, porque el sentido de lo escrito por el hijo de David, de ninguna manera se puede considerar negativo.
Mas bien, coloquialmente hablando, todo lo contrario!
La vanidad de la que nos habla Salomón está referida a una torpe creencia humana: Pensar que se puede lograr satisfacción o alegría lejos de Dios.
Él mismo fue un claro ejemplo de cómo se pueden llegar a dilapidar las bendiciones derramadas por el Todopoderoso sobre su vida.
Buscó el disfrute personal y postergó a Dios!
Pensando que estamos hablando del hombre que fue más rico y más sabio que todos los hombres de su tiempo, la cuestión tiene una enorme trascendencia.
Aprendamos la lección!
Buscar placeres mundanos, nunca será mejor que buscar a quién nos ha Creado.
Es posible que en algún momento lleguemos a pensar que este pensamiento encierra una equivocación, porque la carne provoca indudables placeres.
Pero no olvidemos que todo pasa, incluso nosotros mismos!
Y que lo único que perdurará será lo que hayamos hecho bien o lo que hayamos hecho mal delante del Eterno.
La búsqueda de los logros mundanos terminará finalmente provocando un gran vacío interior, por la sencilla razón de que es una pura vanidad, un propósito necio digno de la necedad de la especie.
Leyendo Eclesiastés he comprendido que es lo único bueno para mí: Buscar con ansia al Soberano, mientras tenga posibilidades de hacerlo!
Eclesiastés 9:4
Diego Acosta / Neide Ferreira