Jesús se identifica como la auténtica Vid e identifica al Padre como el Labrador, en la maravillosa parábola con la que se nos enseña, acerca de los frutos.
La vid tiene pámpanos, ramas que dan frutos y también tiene pámpanos que no los dan.
Si consideramos que el Hijo del Hombre es la Vid y nosotros los pámpanos, seguramente comprenderemos lo tremendo de esta enseñanza.
Jesús y sus discípulos!
Jesús y sus seguidores!
Habrá hombres y mujeres fieles que el Padre guardará para que den más frutos!
Pero también habrá quienes llamándose cristianos no den frutos!
Esta es la parte dramática de la enseñanza. Con toda seguridad que habrá quienes llamándose seguidores del Maestro, sean solamente declamadores de su fe.
Leyendo esta palabra pienso en mi propia vida. Estoy dando frutos?
Soy un hombre del que se pueda decir que soy un auténtico discípulo de Jesús?
O por el contrario un hombre que solo habla y habla y por tanto dejo de hacer lo que debería para dar frutos que sean gratos al Eterno?
Esta es la alternativa que tenemos!
Si damos frutos el Señor nos guardará!
Si no damos frutos el mismo Señor nos quitará!
No existen más alternativas!
Es así como debemos entender lo que Jesús nos enseñó. Con rotunda claridad para que no nos llamemos a engaño y para que no engañemos con nuestras interpretaciones a quienes nos sigan en el tiempo.
Pensando en mi vida, trato de dar frutos antes que se agote el tiempo en el que el Labrador Supremo guarde o quite los pámpanos!
Antes que sea demasiado tarde!
Juan 15:1-2
Diego Acosta / Neide Ferreira