A veces un titular nos atrae de una manera tan especial, que no dejamos de pensar en lo que significa y también como puede influir en nuestra vida.
Nos resulta algo tan impactante que consideramos que por fin hemos encontrado algo que verdaderamente sea bueno, novedoso!
En otras palabras: Estamos siendo influenciados por algo que se le ocurrió a una persona del mundo, que tuvo la capacidad de llamarnos la atención, para dirigirnos en una determinada dirección.
De pronto descubrimos el sentido del trabajo y cuáles son los placeres que nos permitirá disfrutar.
Hasta que alguien viene y nos dice: Eso es pura vanidad!
Vanidad: pero si es tremendamente real lo que se me sugiere que se puede conseguir con el trabajo?
No, son apenas ilusiones, fantasías, sin ningún sustento!
Ese mundo imaginario que nos habíamos creado se cae a pedazos, simplemente porque alguien nos ha asegurado que todo lo novedoso en lo que creímos es pura vanidad.
Tal vez parte de esta historia, es parte de la mía personal, cuando me imaginé un mundo que no existía y el real, tampoco era lo que yo me figuraba.
Este brutal contraste entre lo que me sugiere el mundo y lo que es la Verdad, cuando se vive en primera persona, duele y mucho.
Aquello que me había imaginado no era más que una cruel fantasía, que se agigantó en mi mente, hasta controlar mis pensamientos y hasta mi forma de vivir.
Solo que lo que yo había creído que era novedoso, no era más que una mentira disfrazada de verdad y por eso era pura vanidad!
Estaba lejos de Dios!
Eclesiastés 2:22-24
Diego Acosta / Neide Ferreira