Quienes somos más débiles que otros, podemos encontrar el estímulo que nos falta en la Palabra de Dios.
Siempre resulta inspiradora de ejemplos importantes que son aplicables perfectamente en nuestras vidas, para dar los pasos que ansiamos y para servir mejor a Quién debemos servir.
Un notable ejemplo de lo que decimos es Pedro, que cuando defendió a los suyos de la acusación de estar borrachos, habló diciendo que no era la ingesta de vino lo que les afectaba sino la Gloriosa presencia del Espíritu.
Pedro asumió un papel inesperado para quienes lo conocían. Sabían de su confianza en el Señor, pero también sabían de sus flaquezas, como lo demostró cuando lo negó tres veces.
Pero la obra del Espíritu se cumplió íntegramente en su persona, renovando aquello que no era lo mejor y trayendo una nueva dimensión a su fe y a su manera de expresarla.
Tuvo a través del Espíritu, la visión perfecta de invocar a uno de los profetas, para que los judíos que lo escuchaban, tuvieran plena certeza de que estaba hablando de las cosas de Dios.
Hacer Memoria de Joel delante de los judíos era también un atrevimiento que muy pocos podían asumir, porque él siendo un humilde pescador de Galilea se convertía ahora en un defensor abnegado y valiente de Jesús.
Cuando leamos el primer discurso de Pedro, pensemos en nosotros mismos!
Pensemos en todo lo que podremos hacer si permitimos que el Espíritu que está en nosotros, nos Guíe y nos permita afrontar situaciones inimaginables.
La más importante de todas: Invocar la Salvación por el sacrificio de Jesús!
Hechos 2:21
Diego Acosta / Neide Ferreira