Daniel es el protagonista de dos episodios impresionantes y los dos tienen que ver con sus profundas convicciones, con relación al Eterno.
Como de nada podían acusarlo, sus enemigos creyeron que podían hacerlo por causa de su relación con Dios y su Ley.
Qué gran honra para Daniel ser acusado por ser fiel al Poderoso!
Probablemente nunca nos encontraremos en situaciones ni siquiera parecidas a las que le tocó vivir el profeta, pero su ejemplo nos debe llamar a la reflexión.
Con cuánta ansia buscamos el reconocimiento de los hombres!
Ser distinguidos por nuestros pares!
Ser merecedores del respeto y la consideración de quienes nos rodean!
Como se envanece el corazón cuando creemos que algo de todo eso lo estamos logrando!
Pero Daniel nos enseña lo contrario. El no buscó agradar a hombre alguno, aunque tratara con los poderosos de la tierra.
Él buscó la honra que solo el Altísimo nos puede conceder!
Por esto, muchas veces cuando asumo la responsabilidad de ser fiel al mandato del Señor y escribo estos Devocionales, lucho con firmeza contra mi vanidad.
Trato de sobreponerme a la humana tentación de pretender ser alguien, a través del Ministerio que se me ha encomendado.
Y entonces pienso: Acaso el Ministerio es mío? El mayor o el menor talento que pueda tener para ejercerlo, es producto de mi capacidad o de mi esfuerzo?
Entonces recobro el aplomo y busco confiadamente la ayuda del Único que la puede dar y de la Sabiduría del Único que la puede conceder.
Aprendamos de Daniel. De su confianza en el Supremo y de su actitud de no rendirse ante hombres.
Daniel 6:5
Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.
Diego Acosta / Neide Ferreira