En ocasiones podemos encontrarnos con preguntas sorprendentes. Una de ellas me la formuló una joven pareja de recién casados.
Querían saber cuál era el método que empleaba Dios para comunicarse con los suyos. Ellos buscaban crecer y esta preocupación los tenía atribulados.
Saber de dónde habían sacado esta idea, la que el Soberano tenía un método para comunicarse con las personas, me pareció que ayudaría bastante para hablar de la solución que pedían.
Resultó menos llamativo de lo que podía imaginar. Simplemente habían sacado esta conclusión en base a una enseñanza recibida en un estudio bíblico, donde no se habían aclarado con profundidad algunas cuestiones.
Fue por eso que habían pensado que si el Creador era un Dios de Orden, también tendría que tener un orden para hablarle a quienes creían en ÉL.
Una conclusión sencilla y elemental…pero errada.
Les expuse que efectivamente que el Eterno era un Dios de orden, en eso estaban completamente ciertos. Pero el pensamiento que se derivaba de esa idea, era el errado.
El orden establecido por el Supremo, abarca los diversos aspectos de la vida, pero respetando una particularidad que ellos habían pasado por alto.
Si habíamos sido Creados diferentes, el trato del Omnipotente con cada una de sus criaturas, obligadamente debería ser diferente.
Esta afirmación sorprendió a los jóvenes esposos que aceptaron la explicación, por cuanto entendieron que Dios no podía tener un método único para personas distintas.
Fue una auténtica alegría ver la renovada ilusión de los jóvenes, que seguirían buscando profundizar su relación con el Señor, por el Camino cierto.
Salmos 63:1
Dios, Dios mío eres tú;
de madrugada te buscaré;
mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
en tierra seca y árida donde no hay aguas.
Diego Acosta / Neide Ferreira