Cuando terminaba la segunda parte del nivel educacional de mi país, tuve un profesor de historia que ante una pregunta sobre un determinado personaje, respondió: Apenas era , un aprendiz de brujo…!
La sorpresa de quienes lo escuchábamos fue total. Nunca me podría haber imaginado que ese afable anciano ya jubilado que seguía ejerciendo la docencia, pudiera hacer un juicio semejante.
Por supuesto le preguntamos que había querido decir. Su explicación fue tan contundente como la frase que la había originado.
Ese individuo que ustedes han mencionado, un tanto elogiosamente, es nada más ni nada menos que un hábil estafador de personas impresionables por palabras bonitas y que deseaban escuchar.
Por eso dije que era aprendiz de brujo, porque en verdad ni siquiera para ser brujo llega su capacidad, lo que significa que su maldad es de tan pobre nivel como sus ideas.
El profesor ante nuestras miradas siguió hablando: Es muy triste que esta clase de individuos lleguen a ser considerados importantes, cuando no son más que vulgares repetidores de conceptos sin contenido y mal intencionados.
Muchos años después de este episodio, vino a mí la frase de Jesús: No os dejéis engañar!
Es una sugerencia?
Es un mandato!
Y cómo haremos para no dejarnos engañar, por las frases bonitas como las de aquel lejano aprendiz de brujo?
En principio es muy fácil si nos atenemos a lo que manda la Palabra de Dios: Escudriñemos todo…lo que leemos, lo que vemos, lo que escuchamos.
Solamente así podremos reprender a los aprendices de brujos o a los falsos profetas. Sus equivalentes!
Mateo 24:4
Respondiendo Jesús, les dijo:
Mirad que nadie os engañe.
Diego Acosta / Neide Ferreira
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