AYUDAMOS? A QUIÉN?

Pueden sorprendernos estas preguntas sobre a quién ayudamos, porque pensamos que este tipo de planteamientos son genéricos y que no nos conciernen.

Esto ocurre muchas veces con los mandamientos que están contenidos en la Palabra de Dios, porque pensamos que son responsabilidad de otros o de las Iglesias o de las congregaciones.

Ayudar es un mandato, es algo que nos obliga a una actitud personal que debe ser la que determine nuestra voluntad de colaborar con todo lo que se haga a favor de quienes están en necesidad.

Cuando se nos manda que ayudamos a la viuda, al huérfano y al extranjero, podemos pensar que los podemos ayudar con nuestras ofrendas o con el diezmo.

Sin embargo ayudar a los necesitados es una cuestión de gran sentido espiritual, porque la ayuda no solo debe ser material sino también debe revelar nuestra disposición a ser sostén de quien esté en dificultad.

Tal vez sea necesario que analicemos como estamos obrando, que estamos haciendo para que en nuestro ámbito de actividad diaria se refleje que estamos deseosos de cumplir con el mandato recibido.

Tanto en los tiempos de bonanza y en los tiempos difíciles, siempre habrá quién necesite de nuestra ayuda. No de lo que nos sobra sino de lo que nos resulte importante. Estamos advertidos, ayudar es un mandato!

Deuteronomio 24:19
Diego Acosta García

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