Hace unos días un señor mayor celebraba un nuevo aniversario y quienes lo rodeaban le pidieron una reflexión acerca de la cantidad de años que cumplía y sobre el futuro.
Probablemente se trataba de una forma de expresar la alegría de los suyos ante un momento tanto grato, pero lo que el hombre en cuestión respondió no era lo que se esperaba.
Es bueno saber que siempre hay una oportunidad para dejar de lado lo superficial y aún lo frívolo, para dejar mensajes que sean provechosos y no meras palabras.
Es evidente que de los mensajes frívolos y del palabrerío se ocupa el mundo y de que está llegando la hora de que lo que digamos tenga fundamento y sobre todo contenido espiritual.
El anciano que celebraba un nuevo cambio de dígitos en sus aniversarios, dijo que estaba muy contento por los años que Dios le había dado, pero que estaba más contento por los años que vendrían.
Ante la sorpresa de los suyos, agregó: Creo que en los años que vendrán podré hacer todo lo que no he hecho hasta ahora, porque siempre me puse límites.
El único que puede poner límites a nuestros hechos es el propio Dios y por tanto, no tenemos excusas para ayudar a extender el Reino y para vivir como Él quiere que vivamos, antes que nos llegue la noche.
Juan 9:4
Diego Acosta García