LA MEMORIA TRIUNFAL

En una reunión de amigos, alguien dijo que su frase célebre estaba relacionada con el éxito y el fracaso. Vino a decir, que el mundo no se acuerda de los fracasos sino de los éxitos personales.

Evidentemente estaba poniendo de manifiesto su total seguridad de que en el mundo que vivimos debemos ser triunfadores y que por eso seremos recordados.

La actitud puede resultar petulante y también soberbia, pero lo sorprendente es que muchas personas coinciden con el fundamento que la provoca.

Es decir: Si somos triunfadores se nos recordará. Si no lo somos nos perderemos en los pliegues de la memoria colectiva y por supuesto, no seremos nadie.

Debemos confesar que quienes formamos parte de esa llamada mayoría silenciosa, que no somos triunfadores ni exitosos, siempre nos perturba que nadie tenga memoria de nosotros.

Pero, esto es verdad? Pretender formar parte de la memoria colectiva es una demostración de soberbia, de vanidad, tan grande,  que eso explica la magnitud del sentimiento de fracaso de quienes lo intentan pero no lo consiguen.

En nuestra condición de hijos de Dios, no debemos buscar ni el éxito ni el reconocimiento de nadie, porque la única honra que debemos buscar es la que nuestro Padre nos dará.

Santiago 4:12
Diego Acosta García

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