Por considerarlo de significativa importancia, reproducimos la información publicada por el Diario La Razón de España
Rifta Masih, de 11 años, tiene síndrome de Down. Vive en Pakistán y lleva detenida cuatro días en un centro de menores por haber quemado diez páginas del Corán. Fue acusada y arrestada el viernes por «blasfemia». Tras su detención, se produjeron disturbios contra los cristianos y el imán de la mezquita local pidió «que la niña fuese quemada» por el «crimen». Tras ser golpeada, el imán la denunció a las autoridades y fue arrestada en Islamabad.
Ante los temores por su futuro, el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardai, solicitó ayer que se abriese una investigación para «esclarecer» la detención de la niña y pidió que también se investigase al imán que la denunció. Rifta Masih será examinada por médicos y líderes religiosos para saber si «realizó de forma consciente el acto» y se emitirá una sentencia a finales de agosto. La Ley de Blasfemia contempla la posibilidad de pena de muerte «por difamación contra el islam o su profeta». Según el senador Farhatullah Babar, el presidente «ha tomado nota del caso», aunque «no puede condonar una pena por blasfemia». El senador apuntó que no se puede usar esta ley para solucionar «trifulcas personales», advertía ayer en el diario «Express Tribune».
Faltan datos para poder recomponer la historia, pero según varias informaciones periodísticas en un primer momento, tras la denuncia, la Policía paquistaní no pensó en actuar dada la condición de la niña, pero una protesta de extremistas islámicos, que llegaron incluso a bloquear la carretera de Cachemira durante horas, hizo cambiar de opinión a los agentes, que se dirigieron a la casa de la niña y la detuvieron. El rotativo italiano «Il Corriere de la Sera» también sostiene que existe una «segunda versión» sobre los hechos según la cual Rifta estaba ayudando a su familia en la cocina y «estaría quemando hojas» cuando un grupo de exaltados irrumpió en su casa. La controvertida ley ha sido utilizada a menudo para saldar cuentas personales con grupos minoritarios, como los cristianos.
Además, los que son acusados, en muchas ocasiones, acaban asesinados por extremistas. Los musulmanes suponen el 97% de la población en Pakistán, y multitud de grupos religiosos y de defensores de derechos humanos han pedido que la Ley de Blasfemia sea derogada. Según la ONG Cristianos en Pakistán, que denunció el caso de la niña, más de 300 cristianos tuvieron que abandonar sus casas tras la detención, ya que los extremistas habían amenazado con quemar sus hogares. Esta ONG también advierte de que la situación de los cristianos en el país es «bastante grave», ya que no dejan de recibir constantes amenazas de extremistas musulmanes.
Una vez más la intolerancia religiosa sigue a fectando a los cristianos en el mundo. Ante este episodio en Pakistán, es necesario apelar a la conciencia colectiva para salvar la vida de la niña y la de sus familiares.
Fuenes: La Razón – España
Diego Acosta García