LA PERPLEJIDAD

Debemos de reconocer que en ocasiones nos quedamos perplejos ante la frivolidad con que muchos de nosotros obramos frente a graves situaciones.

Pareciera, por ejemplo,  que no nos afecta que muchos hermanos vean sus locales de Culto cerrados y por tanto se vean imposibilitados de vivir los hechos cotidianos de una congregación.

Tampoco pareciera que nos afecta que algunos hermanos estén sufriendo necesidades vitales y no pensamos como los podemos ayudar, dejando que otros asuman esa responsabilidad.

Nos podríamos preguntar: Qué podemos hacer? Lo primero es no dejarnos arrastrar por las conductas de otras personas que miran con indiferencia lo que deberían mirar con amor.

Lo segundo es obrar, comenzar a dar pasos aunque creamos que sean pequeños e irrelevantes ante la magnitud de los problemas o ante el juicio de los hombres.

Pero no debemos olvidar que todas esas pequeñas obras de fe, son las que mira el Señor que conoce nuestro corazón y sabe porque obramos y para quién trabajamos.

Si nos quedáramos estáticos nadie nos podrá reclamar ningún error, pero también se nos podrá reclamar porque no fuimos capaces de cumplir con el mandato divino.

Es bueno que nos sorprendamos por las actitudes de indiferencia, pero mejor será que cumplamos con nuestra parte para que seamos un estímulo para los demás y para que nos podamos presentar confiados ante el Señor.

Salmos 119:24
Diego Acosta García

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