Prácticamente todos los días podemos comprobar cómo hay personas que buscan llamar la atención por cualquier medio, exponiéndose a situaciones que bordean el ridículo.
Estas personas pueden ser notorias o desean ocupar un lugar prominente en la sociedad en la que viven, pero lo cierto es que provocan reacciones contrarias al efecto buscado.
Nuestras primeras actitudes con relación a estos hombres y mujeres que viven de la notoriedad o buscan vivir de ellas, es de franca condena y hasta de repudio.
Sin embargo debemos recordar que Jesús nos enseñó a amar al prójimo y nos enseñó a amar a los enemigos, por tanto cuando nos encontramos con casos como estos debemos orar por ellos.
No debemos criticarlos ni juzgarlos, todo lo contrario, debemos de tener misericordia por quienes necesitan ser reconocidos a cualquier precio y pagando cualquier precio por lograrlo.
Esta es una de las cuestiones que debemos de tener en cuenta cuando educamos a nuestros hijos, para advertirles que las cosas del mundo suelen ser patéticas, dramáticas en ocasiones.
Jesús nos enseñó que la humildad y la mansedumbre son dos virtudes que alejan a los hombres de toda búsqueda que no sea la de la Salvación y de toda gloria que no sea la de Dios.
Deuteronomio 4:9
Diego Acosta García
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