DEJARSE ENGAÑAR

Es sorprendente como Jesús les dio a los discípulos una advertencia a propósito de que no se dejaran engañar, cuando le preguntaron por las señales antes del fin.

Fue lo primero que les dijo a pesar de que luego les haría las revelaciones que todos conocemos. Esto nos debería llamar poderosamente la atención, pues el Maestro estaba hablando del futuro.

La cuestión de no dejarse engañar tiene múltiples facetas, tantas como la inagotable fuente de enseñanzas que es el Hijo de Dios y por eso debemos reflexionar sobre el tema.

Nos dejamos engañar, por ejemplo, cuando aceptamos que se nos halague inmerecidamente o simplemente cuando se nos halague, porque esa actitud proviene de nuestras emociones y de nuestros sentimientos

También nos dejamos engañar cuando deliberadamente no advertimos que el mensaje que escuchamos tiene otras intenciones que las aparentes, pero sin embargo lo aceptamos.

Nos dejamos engañar cuando ignoramos hechos que están reñidos con la Palabra de Dios, pero que justificamos por aquello de la debilidad humana y por aquello de la misericordia.

El engaño no solo proviene de los hombres, sino que puede originarse en nosotros mismos, de allí la tremenda advertencia de Jesús, para que nadie nos engañe.

Salmos 34:13
Diego Acosta García

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