Mientras miraba como nevaba desde una de las ventanas de mi casa, vinieron a mi mente varios pensamientos.
Ver como esos leves copos de nieve iban modificando el paisaje, me llevaron a pensar como con cuánta poca cosa se podía hacer tanto.
Me lo decía en realidad para mí, porque la idea que surgió es de que los creyentes debemos obrar para llevar el Mensaje de Salvación, puede alterar también el paisaje espiritual de millones de personas en todo el mundo.
Por qué no lo hacemos?
Por qué no abandonamos nuestra comodidad y salimos a evangelizar?
Tal vez por miedo, por indiferencia, por negligencia y en el fondo, por desobediencia al Mandato que nos dejó el Hijo del Hombre.
Los copos de nieve, unos tras otros, van cubriendo la superficie que podemos ver. Qué pasaría si cada uno de nosotros, como los copos de nieve, nos atrevemos a hablar?
Como hombre sencillo que soy, no tengo ningún problema en compararme con un copo de nieve, para hacerme la idea de cómo podríamos ser instrumentos del Espíritu Santo, para tocar y transformar vidas.
Pensé, que en cuanto suban las temperaturas los copos que forman las masas de nieve, irán desapareciendo. Pero la Palabra de Dios permanecerá para siempre. Obremos!
Daniel 12:3
ES – Los entendidos resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud,
como las estrellas a perpetua eternidad.
PT – Os sábios, pois, resplandecerão como o resplendor do firmamento;
e os que a muitos ensinam a justiça refulgirão como as estrelas,
sempre e eternamente.
Diego Acosta / Neide Ferreira