DEVOCIONAL
Un prepotente conductor casi chocó contra otro automóvil y estuvo a punto de producir un accidente absurdo, en el que yo también podría haber sido seriamente perjudicado.
Un accidente difícil de entender en un lugar señalizado por obras y cabe preguntarse: cómo es posible obrar con semejante actitud?
Luego del momento de tensión vino la calma y el agradecimiento al Señor porque finalmente no ocurrió nada. Aparentemente, porque si habían ocurrido varias cosas.
Una de ellas era que la prepotencia, había dominado casi por completo a una persona al punto que no desencadenó una grave situación, solamente porque la otra persona que conducía fue más prudente y porque Dios no lo permitió.
Que tiene en su corazón un prepotente? O cabría decir, que tenemos en nuestro corazón los prepotentes? O qué tengo en mi corazón cuando me comporto como un prepotente?
Creo que cuando permitimos que nuestra soberbia nos lleve a la prepotencia, estamos olvidando el Grandioso ejemplo de Jesús, que cuando pudo ser arrogante se comportó como un cordero, manso y tranquilo.
Y así nos trajo la salvación a todos, con humildad y sin prepotencia.
Mateo 11:29
Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas;
Mateus 11:29
Tomai sobre vós o meu jugo, e aprendei de mim,
que sou manso e humilde de coração,
e encontrareis descanso para a vossa alma.
Diego Acosta / Neide Ferreira